EL PADRE: PRIMER MAESTRO DE SU HIJO...
Por: Prof. Héctor Percy Huari Rodríguez
Cuando niños, incluso en nuestra etapa fetal, dentro del vientre materno, se escucha una voz grave, ronca, y ello retumba y se graba en cada célula cerebral, cuando nacemos, al escuchar nuevamente dicha voz nos ponemos nostálgico, porque aquella misma voz ya no suena en las mismas circunstancias y condiciones, los tiempos han cambiado, y aquel niño se guía de aquella voz como se guiará por el resto de su vida, porque de allí aprenderá a despertar en el mundo.
Estas paradojas del destino, nos hace meditar el rol fundamental de un Padre, no solo en su condición biológica de progenitor sino en su rol principal de guiador, orientador. Primer Maestro natural de su niño.
Es fundamental que los padres sean los primeros encargados en el rol de educar a sus hijos, por lo tanto el Estado debe velar por la familia y este derecho. Debe promover diferentes programas de educación, para que los padres puedan optar por el tipo de colegio que «ellos» consideran mas adecuado para la educación y formación de sus hijos. No puede haber un único programa, eso es impositivo y el Estado asume un rol paternalista, donde excluye a los padres de su derecho elemental de optar por un tipo determinado de educación para sus hijos. Algunos quieren colegios basados en valores cristianos, otros les interesa un colegio con gran desarrollo en lo artístico o deportivo, también puede ser científico, agrícola, técnico, etc. Así se forma un país integral.
Un verdadero padre debe ser maestro de su hijo. No importa que les dé clases o no, EL EJEMPLO ES LO MÁS IMPORTANTE, con mucha responsabilidad. En caso del padre, responsabilidad y conciencia se hermanan. Los padres somos responsables de la creación de una vida, somos responsables de nuestras acciones para preservarla, para enrique-cerla, para dotarla de valores, para instrumentarla, para guiarla en la experiencia del amor, del conocimiento, de la creatividad, de la solidaridad, de la compasión, de la empatía. Esto es lo que la responsabilidad trae a nuestra experiencia como hombres y como padres. Ser padre se convierte así en algo que va más allá de la capacidad de procrear o de la satisfacción de sabernos con descendientes.
La responsabilidad es constante, va más allá de la paternidad. De nuestro comportamiento, de nuestros vínculos sociales, familiares, de trabajo, de los valores que prioricemos y pongamos en acción, dependerán las guías, las orientaciones y los modelos éticos que transmitiremos a nuestros hijos. Ser padre responsable significa, entonces, ser un progenitor que responde ante sus hijos por las decisiones, las acciones, las palabras, las aprobaciones y las negaciones, los estímulos y los límites que ejecuta como parte del vínculo. Podrá equivocarse o acertar, pero lo hará con un amor manifiesto, declarado y demostrado. La responsabilidad así ejercida genera respeto (no lo impone, sino que lo convoca). Y el respeto da autoridad. Un padre con autoridad es lo opuesto a un padre autoritario. Hubo, a lo largo de los años cambios en la manera de educar a nuestros niños, esos cambios han sido provocados por algunos factores: el ambiente en el que cada uno vive, los medios de comunicación, el tamaño de las familias etc., y es cuestionable que estos factores hayan sido para mejorar; he allí el detalle. Otra cosa muy común también era que los padres no tomaban mucho en cuenta la opinión de los hijos, se hacía lo que los padres decidían y punto, los niños no tenían ni voz ni voto. Poco a poco fueron surgiendo cambios con los que se trataba de que la relación padres-hijos fuera más cercana y amistosa. Se empezaron a tomar más en cuenta los pensamientos y sentimientos de los niños. Fomentando el ser padres, pero también «amigos» de los hijos. Incrementando la comunicación con ellos, así como ampliando las libertades. De allí que la tarea de un padre frente a sus hijos es perenne, hasta el ultimo instante de su vida. Noble labor.
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