La Semana Santa, particularmente el viernes, día
en que se conmemora el sacrificio de Cristo Crucificado, como gesto supremo de
amor a la humanidad, es un día de profunda reflexión para los cristianos del
mundo y esta tradición no es ajena al pueblo peruano cuya religiosidad data de
siglos.
En este día, la sociedad peruana en su conjunto
debería hacer un alto en el camino para orar y meditar con la familia sobre el
destino de nuestra patria, sus problemas más urgentes y los avances alcanzados
en el campo de la economía, sus proyecciones y probabilidades y, sobre todo,
por la unión y solidaridad que necesitamos para vencer a la pobreza y abrir los
anchos caminos del progreso.
En este día, la sociedad peruana
debería de reflexionar sobre lo vivido, y lo que se vive actualmente... y en
clara señal de reconciliación consigo misma debería de tomar algunas acciones
que demuestren que existe el ánimo de perdonar, de tomar en cuenta lo poco bueno
que se hizo antes... y lo mucho que se viene logrando ahora.
Sin embargo, nuestra sociedad, sigue
siendo llevada por algunos que siguen pensando en la venganza, sigue siendo
llevada por algunos que no ven más allá de sus narices... sigue siendo llevada
por algunos que no entienden el significado de las palabras reflexión, mucho
menos reconciliación, y peor aún lo que es el perdón.
Uno de los mandamientos bíblicos que constituye
la piedra angular de nuestra fe es el primero: «Amarás a Dios por sobre todas
las cosas, y a tu prójimo como a ti mismo».
La vida, pasión y muerte de Jesús estuvieron
signadas por este mandato superior de solidaridad humana. Sus apóstoles
primigenios y los cristianos auténticos de todas las épocas siguen dando
testimonio de amor al desvalido y al necesitado, no solamente manifestado en
palabras sino, principalmente, en acciones concretas.
No hay nada que nos señale ahora, que
los peruanos hemos pasado de las palabras a la acción... se sigue juzgando y
esperando un castigo para un hombre que tuvo la responsabilidad de tomar
decisiones que nada democráticas, nos ha permitido tener una vida decorosa hoy
en día.
Muchos dicen, que no era necesario un
05 de Abril... pero nadie dice porque antes de esa fecha, el Perú seguía
caminando hacia el despeñadero, sin que nadie hiciese algo por cambiar ese
destino.
Hay muchos que pecan por acción, y hay
más que pecan por omisión... El pecado de Fujimori fue pecar por acción, ante
la inacción de muchos, que se tildan de democratas.
No se tiene en cuenta, que en aquella
época el Perú vivía en zozobra... no sabíamos cuando iba a explotar una
bomba... no sabíamos de los paraderos de nuestros hijos, muchos habían sido
incorporados a las huestes de Sendero Luminoso.
Bastaba un recorrido por las viviendas
universitarias, para saber qué hacían y en qué perdían su tiempo... No hay peor
ciego que el que no quiere ver... ese era nuestro vivir.
Los tiempos modernos agobian al mundo con las
sombras siempre amenazantes de las guerras, el narcotráfico, la intolerancia
religiosa, la discriminación étnica, el hambre, la pobreza, las crisis
financieras y el deterioro progresivo del medioambiente.
En el Perú vivimos tiempos cruciales que nos
enfrentan a nuevos e históricos retos. Por un lado, nuestro país ha ganado batallas
decisivas contra el subdesarrollo y, hoy en día, se viene construyendo una
economía emergente, con altas tasas de crecimiento hacia un desarrollo
sostenible.
Pero la pobreza, la desigualdad y la exclusión de
millones de peruanos persiste como un gran desafío y, como respuesta, se ha
puesto en marcha una política de inclusión social productiva, para darles
bienestar y abrirles horizontes nuevos con oportunidades a los más pobres.
Aquí es preciso subrayar, como ya lo ha hecho la
Conferencia Episcopal Peruana, en la voz de su presidente, monseñor Salvador
Piñeiro, que este gran desafío no solamente exige el esfuerzo del Gobierno y de
otras autoridades nacionales, regionales y locales, sino el de todos los
peruanos, sin distinciones partidarias ni credos religiosos.
Por ello en esta Semana Santa... luego de
momentos de reflexión deberíamos de caminar hacia la unión de todos los
peruanos... Basta un gesto, para abrazarnos, para caminar juntos por el camino
del desarrollo... Basta unas palabras para entender que el Perú lo hacemos
todos... no unos pocos... Basta un perdón, para reconocer que aunque se
cometieron muchos errores, alguien tuvo el coraje de dar el primer paso, que
significó aunque no se quiera reconocer... el inicio de la destrucción de Sendero Luminoso... el inicio del fin de
horas de zozobra en que vivíamos...
Ojalá que algún día se de ese primer paso...
ojalá que algún día se pida perdón y se le brinde el perdón a tantos peruanos
que hicieron posible lo que hoy vivimos...
Y por ello, es que estamos seguros que luego de
la reflexión, luego del perdón, vendrá la reconciliación de toda una nación,
que quiere vivir en paz, en un clima de superación, de desarrollo, de apuesta
por una mejor vida para nuestros hijos.
En suma, en esta hora histórica, la unidad de todos los peruanos
no solamente es una necesidad, un objetivo nacional. Es un imperativo. No lo creen así, estimados lectores.