22 octubre 2008

Florcita azul
Autor : Prof. Wilfredo N. Contreras Huarachi

Papá, mama, no se peleen, no se lastimen. Soy  quien  llora, soy  quien sufre
Como quieren que sea de  provecho a la sociedad, si en mi casa solo encuentro…hostilidad
Si quieren les doy mi vida, pero curen ya esta herida… o me voy
Canción Vernacular

La tarde se tornaba gris, el fragor de la diaria lucha por la “supervivencia” prometía finalmente un remanso de paz y sosiego familiar para Florcita, linda niñita de cortos seis añitos y el fugaz encuentro de sus divorciados padres. Ella estaba muy feliz, veía a sus padres juntos e inventaba miles de sonrisas y su espíritu se regocijaba de plenitud, y cantaba y corría y sus ojitos penetrantes trataba de auscultar y contagiar a sus progenitores que gran esfuerzo les costaba dejarse llevar por esa almita azul que imploraba paz y reconciliación. Pero, todo estaba escrito, aquel bello cuadro familiar para Florcita, que ningún lienzo podría plasmar, debería ser arrancado y el breve sueño de paz se transformaría inevitablemente en tragedia. Esa terrible maldición que ataca miles de hogares teniendo como protagonistas el egoísmo de los padres.
La fría noche de invierno iniciaba sus primeros estertores, la sombra de la tribulación rondaba aquella habitación. El respirar agitado de la niña no interpretaba lo que podría ocurrir, sus delicados añitos, su mente tan frágil en intuir la maldad en ciernes, su inocente mirada se distraía en videos infantiles que atentamente disfrutaba, nada hacia presagiar tan terrible desenlace. El padre tramaba, urdía mil cosas en su interior, como un hervidero de pasiones, quería salirse con la suya, apoderarse del poco dinero de esa mujer que a duras penas sostenía su economía. Este alcoholizado padre, cuya mente operaba dislates, maquinaba formas de satisfacer su adicción, obtener dinero a como de lugar. Esa difícil forma de ser que los había llevado a la separación, pero la niñita extrañaba mucho a su padre, motivo por el cual su madre aceptara esa visita. Este hombre, todo lo había planificado, todo estaba preparado, la función de corto disfrute familiar debería terminar, su maquiavélico plan empezaba, no le iba a fallar y se apoderaría a como de lugar de su único objetivo, no importara como. Cuando de pronto el suave remanso de paz y comunión que ejercían madre e hija se rompió, y éste pregunto muy incisivo a su mujer:
- Me prestas tu dinero?, luego te lo devuelvo…
Luego de un corto silencio la mujer atinó a responderle:
- Pero solo tengo para mi pasaje además, nunca me devuelves lo prestado
Ella intuyó que el dinero era para su  incontrolable vicio. El marido trató de disimular su enfado ante esta negativa. La tierna niñita empezaba a sobresaltarse, quietecita ella nada decía, no quería vivir otras miles de discusiones parecidas, intranquila hurgaba sus libros de cuentitos y simulaba distraerse en sus jueguitos. El padre seguía insistiendo. La madre seguía negando. Ante esto, como un ataque demoníaco, poseído por la irracional necesidad de beber y satisfacer sus ansias que consumían no solo su mente sino también su corazón, se abalanzó sobre ella, directo a sus bolsillos. De pronto se vieron involucrados en cruento forcejeo. La niña Gritó con todas sus fuerzas: 
- ¡NOOO!  ¡NOOO SE PELEEN! 
Pero las manos de este irracional hurgaba los bolsillos de su mujer. Ella, en un instinto de defensa apretujó con fuerza sus manos, fue que el hombre cedió. Pero estaba enceguecido, completamente fuera de si.  La niña en terrible escena de  impotencia, trataba de separarlos, sus fuercitas no le alcanzaban, el padre nuevamente se abalanzó sobre ella, nada le importaba, ni el dolor de su hija ni el terrible trauma que le estaba imponiendo de por vida. Éste, gritaba a viva a voz, que si ella en verdad amaba a su hija, pues que le diera el maldito dinero y ya no haría sufrir a su niñita. Florcita, presa de pánico empezó a toser, al no poder soportar tanta presión corrió desesperada hacia otra habitación, su madre envuelta en mar de lagrimas, angustia y desesperación corrió a consolar a su niñita, la encontró en su cuartito, presa de pánico con los ojos desorbitados, agarrándose sus manitas, la abrazo fuerte contra su pecho , le dijo:
- No llores mi bebé, no llores, cálmate, esto va a pasar, tu papa se va a calmar…
Lloraron juntas, se abrazaron fundiéndose en un solo ser y ella rogaba a DIOS termine de una vez tan terrible suplicio. A lo que el inhumano se apareció y le increpó:
- ¡Dame el maldito dinero! ¿Acaso no amas a tu hija?, ¿porque permites que sufra?, dame ese dinero y todo se acaba.
Y en un arranque de desesperación, esa niñita de 6 añitos, en una súbita demostración de madurez a estos primitivos padres,  abrazó fuerte a su mamá diciéndole:
- Ya basta mamá - y corrió donde su padre 
- Ya papá, basta, no se peleen, voy arreglar esto, espérense…, hablemos, ¿Que deseas?
- ¡Que tu madre me dé el dinero!
- Esta bien, Ya mamá, dale el dinero, Dáselo
- Pero hijita. Tu papa nos quiere arrebatar nuestra platita para satisfacer su instinto que no lo puede curar.
Y el padre nuevamente se abalanzó sobre esa mujer, y ella ya no tenía fuerzas para lidiar, ya no quería que su hija presenciara ese horrible espectáculo, cruento para un ser tan delicado, cedió, y dijo: 
- Está bien. Tómalo. Tómalo, no me importa ya. 
Y madre e hija se abrazaron envueltos en la más profunda depresión y resignación, con el espíritu mancillado, humillado, ultrajado. Y el padre victorioso, con el dinero en mano, había logrado su objetivo, le gritaba a su hija que su madre merecía todo esto y mucho mas, que era una infiel, escúchalo bien, tu madre tiene otro hombre, es una….,  y todo el mundo se va a enterar de aquello..
- Pero papá, no hables así de mi mama, no hagas eso.
La mujer no escuchaba nada, no sentía nada, presa en llanto y dolor solo acariciaba a su hija en su pecho, en su regazo, a su único amor, perjurando un día haber amado a aquel hombre que pese a muchas promesas no podía cambiar, era su instintiva forma de ser, un carácter irascible que había llevado ese ensueño familiar hacia el abismo mas profundo. Y ella juró que nunca más volvería a ocurrir esto, porque jamás volvería y se sintió culpable por no haber podido evitarlo. 

Epilogo
En nuestra larga data como docentes, habremos escuchado vivencias parecidas de muchos de nuestros alumnos que nos lleva a reflexionar. Estos son producto de la violencia familiar muy arraigada en nuestra sociedad. Que sin lugar a dudas deja secuelas, huellas muy marcadas en las débiles conexiones neuronales de nuestros pequeños, situación que perdurará en su subconsciente de por vida. Los docentes debemos encauzar esto. La presencia de un equipo de sicólogos en las instituciones públicas es fundamental, existen evidencias de fuertes maltratos sicológicos a menores que provienen desde sus hogares y esto necesariamente se refleja en el rendimiento escolar. Además la escuela para padres debería fortalecerse, evidenciando que ellos son la columna vertebral en la construcción de una sociedad justa, solidaria y tolerante. 
En este relato, la pequeña Florcita, de no ser tratada profesionalmente, evidentemente tendrá secuelas en un futuro. ¿Cuántas como ella habrá en el Perú?. Con escasa concentración en sus estudios, falta de autoestima, el estrés a temprana edad, y se evidencia también que este caso, los padres debieran asimilar que los problemas de adultos, (necesidad económica, incomprensión, incompatibilidad, infidelidad, etc.), pues son problemas exclusivamente de adultos. Y deben solucionar sus problemas solo entre ellos. ¿Qué clase de energúmenos sociales ha formado la sociedad con padres como estos?. Esto evidencia que ellos provienen también de una familia así, lo que los lleva a repetir tal situación. También existe responsabilidad en la madre por permitir tanta violencia, porque se evidencia que este padre actúa siempre de la misma forma no pudiendo controlar su carácter explosivo. 
Y nosotros, ¿Cuál es nuestra responsabilidad frente a situaciones como esta? ¿Qué debemos hacer?. Lamentablemente el estado nos deja con las manos atadas. Si tenemos un alumno que ha atravesado situaciones parecidas (existen Gran porcentaje, sobre todo, donde prima la escasa situación económica), pues, igual nos exigen en ellos óptimo rendimiento académico. Y si no lo logramos pues, somos profesores mediocres. Es decir, el estado sacudiéndose de su responsabilidad social en los docentes. Gran tarea que por lo menos debería ser tratado por ese elefante blanco del plan piloto de la municipalización de Imperial. Debería incluirse en sus proyectos, pero a decir verdad, este, no pasa de ser un ente meramente burocrático, que debería replantearse en su misión y visión. Reflexionemos. 

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