19 enero 2011

EL DESPOTISMO ES INSIDIOSO Y ADICTIVO

Escribe: Jacinto Jesús Palacios Solano - Médico Cirujano y Profesor Universitario

Con gran decepción estamos observando que el nuevo Presidente Regional, quien durante la campaña de la segunda vuelta prometió que los cargos de Directores en los diversos sectores serían cubiertos mediante concurso, apenas asumido el cargo ha pasado a designar Directores a dedo no sólo incumpliendo sus promesas sino incurriendo en despotismo.
Con razón en un informe publicado en el año 2004 por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, se refiere que sólo 2% de los peruanos cree que los gobernantes cumplen sus promesas, 11.8% dice que «no cumplen porque ignoran lo complicado que son los problemas», 8.7% dice que los gobernantes «no cumplen porque aparecen otros problemas más urgentes», 8.2% «porque el sistema no los deja cumplir», pero 67% dice simplemente que «no cumplen porque mienten para ganar las elecciones».
Hasta hace 30 años los alcaldes de nuestro país eran designados a dedo por el gobierno central, lo que propiciaba enormes tráfico de influencias y negocios corruptos, y fue el Presidente Belaúnde quien estableció su carácter elegible mediante el voto popular, con lo que el pueblo y no un mandatario investido de poderes despóticos escogió y vigiló la gestión municipal, lo que ha traído progreso a las ciudades y poblados de nuestro país. Hay también otros cargos en la estructura del Estado que deben estar lejos del despotismo, y sustentados ya no en la acción política sino, por la naturaleza de los cargos, en las competencias técnicas de los designados. Por eso es que, el gobierno del Presidente Toledo, después de un inicial periodo en el que decenas de oportunistas de todo tipo alcanzaron direcciones sectoriales en los departamentos geográficos y crearon un enorme descalabro en todo el país, cortó por lo sano y estableció, con perspicacia, la actual descentralización gubernamental sobre la base de los antiguos departamentos, especificando además en la Ley 27902, la que modifica y complementa la Ley Orgánica de Gobiernos Regionales, que «La selección de Directores Regionales sectoriales se hará previo concurso público convocado por los Gobiernos Regionales en coordinación con el Gobierno Nacional» (El Peruano, 01 de enero de 2003), habiendo normado previamente el concurso de Directores de Hospitales (DS 011-2002-SA ratificado mediante Ley 28792). En el Ministerio de Salud, la ministra Mazetti, que ya encontró Directores de Hospitales designados por concurso por tres años, expertos, conocedores de su sector y vigilantes, y a quienes no pudo cambiar arbitrariamente, obtuvo prestigio en los dos años que estuvo; siendo que luego en el Ministerio del Interior al cual pasó inmediatamente en el siguiente gobierno con poderes más amplios, poniendo a «su gente», sólo obtuvo un rápido y ominoso desprestigio. En diciembre de 2006, el gobierno del Presidente García modificó aquel párrafo de la Ley 27902, eliminando la necesidad de que los Gobiernos Regionales tengan que coordinar con el Gobierno Nacional para efectuar el correspondiente concurso (era un rasgo centralista) estableciendo que «Las Direcciones Regionales Sectoriales (…) están a cargo de Directores Regionales que son funcionarios de confianza. Para ser Director Regional se requiere acreditar ser profesional calificado y con experiencia en la materia sectorial respectiva, mediante concurso de méritos» (El Peruano, 8 de diciembre de 2006), lo que ratifica claramente los concursos de mérito estableciendo como criterio para ser Funcionario de confianza no el amiguismo ni el partidismo ni la adulación o la complicidad sino la calificación profesional y la experiencia en la materia mediante el correspondiente concurso de méritos.
Argumentar que al inicio de una gestión regional se tiene que cambiar apresuradamente a los Directores pero no se puede realizar concursos por lo que surge la necesidad de designarlos a dedo es, en el mejor de los casos, una confesión de incapacidad de los respectivos gerentes. El problema más grave es que las designaciones a dedo, ese rasgo de despotismo al cual algunos probablemente aconsejan no renunciar, es un mecanismo insidioso y emocionalmente adictivo porque constituye uno de los logros más gratificantes de la lucha animal por la jerarquía: el poder personal otorgante y amenazante sobre personas que a su vez adquieren poder. Y así el mal resultado será cargado a la cuenta del designado no del mecanismo de designación, que se volverá a utilizar para tratar alguna vez de demostrar que no fallaron ni el mecanismo ni el designador sino el designado.
Pero es sabido también que, algunas veces, las designaciones a dedo han sido después utilizadas para presionar a los designados para que contraten personas poco útiles y propicien el triunfo de postores tramposos en las contrataciones y adquisiciones del Estado.
Señor Presidente Regional, Ing. Javier Alvarado; porque soy un ciudadano que tiene regular cantidad de años más que usted y porque conozco el sector salud un poco más que usted, creo tener el derecho y el deber de darle un consejo: No se ponga por encima de la ley y los reglamentos, actúe «con la humildad de un peruano que ama su Patria», sin la soberbia del poder. No permita que lo hundan en el despotismo organizado; exija que, por lo menos inmediatamente en el sector salud, donde ya existe antecedentes y reglamentación con vigencia nacional, la designación de Directores se haga mediante concurso como lo manda el DS 011-2002-SA (Reglamento de Concurso) y la Ley 28792. Verá que también para las Direcciones de los otros sectores estatales, que son necesariamente especializadas, la fórmula ganadora es convocar y escoger a los mejores mediante concurso y no imponer a recomendados (sean amigos, de los partidos, personalidades, advenedizos o golondrinos profesionales).
IMPORTANTE: ‘la designación de Directores se haga mediante concurso como lo manda el DS 011-2002-SA (Reglamento de Concurso) y la Ley 28792. Verá que también para las Direcciones de los otros sectores estatales, que son necesariamente especializadas, la fórmula ganadora es convocar y escoger a los mejores mediante concurso y no imponer a recomendados (sean amigos, de los partidos, personalidades, advenedizos o golondrinos profesionales).

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