06 diciembre 2006

A propósito del “Día del Locutor”...
HABLEMOS DE UNA SACRIFICADA LABOR SOCIAL EN DONDE IMPERAN LOS IMPROVISADOS…

Por: Eladio Quispe Muchotrigo

Se aproxima el 08 de diciembre, y aquellos hombres y mujeres que estamos involucrados en los medios de comunicación, especialmente la radial y televisiva, debemos detener un momento de nuestra labor cotidiana, para poder pensar en voz alta de lo que sucede en esta abnegada misión de ser los encargados de transmitir tantos sentimientos a través de un micrófono.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que en el lugar donde nos encontremos, siempre existirá un radio receptor como acompañante u amigo y que inclusive se convierte en el mejor camino para poder contar con una voz de aliento en la distancia y hasta un confidente de nuestras alegrías y tristezas.
Ser locutor es ser voz, aquella que trasciende tiempo y distancia hasta llegar a los más recónditos lugares donde podamos estar. Es aquel visitante que llega hasta nosotros sin pedir permiso, y que cada uno idealiza de la mejor manera. La chica enamorada sin conocerlo lo convertirá talvés en el príncipe azul con quien sueña, la madre abandonada lo convertirá en aquel hijo que partió a lugares lejanos en busca de superación, el enfermo lo vestirá de uniforme blanco emulando a aquel médico que cuida de sus dolencias, el recluso lo idealizará como un amigo constante y permanente de sus horas de encierro, el niño lo convertirá en el ángel guardián que le lleva alegría y le regala las mejores melodías que están de moda; en fin cada uno lo convertirá y vestirá de aquella necesidad que el ser humano lleva en su mente y corazón.
Se dice que el primer locutor de la historia fue CRISTO, porque su labor ha trascendido a través del tiempo sirviendo de ejemplo a todas las generaciones humanas. Y VAYA QUE LOCUTOR QUE FUE, porque a diferencia de ahora, no necesito micrófono alguno para llevar su mensaje. Es por eso que tomando como referencia esta afirmación, es necesario tener presente que LOCUTOR no es aquel gritón del dial, no es aquel simple e insignificante personaje que sabe dar la hora y presentar un disco, sino que va más allá, sin importar si tiene una voz melodiosa o no; lo importante es que sabe llegar a su oyente, con propiedad, transmitiendo un mensaje y convirtiéndose en aquel amigo imaginario que sabe de sus alegrías, tristezas y aspiraciones. En sencillas palabras el locutor a través de la empatía, se convierte en un propio oyente, para conocer lo que su interlocutor quiere escuchar o conocer.
Lamentablemente, en la actualidad, todo esto, en gran mayoría se ha perdido. Hoy, cualquier mozuelo que quiere convertirse en el bacán del barrio, del colegio o de la promo, o porque busca un poco de notoriedad y convertirse en el centro de atención de las chicas de su grupo, coge un micrófono y pese a hablar una serie de incoherencias, no pronunciar correctamente las palabras (dicción), fingir una voz que no es la suya (remedo o engolación) y lo peor de todo, no saber la gran responsabilidad que tiene en la formación o deformación de la cultura de un pueblo a través de un medio de comunicación sonoro, dice ser un locutor¿?.
Lamentablemente en esta situación, el libertinaje que existe en nuestro país con respecto a la carencia de una adecuada legislación para la creación de empresas radiales y la carencia de centros de formación profesional del locutor, se han convertido en la Espada de Damocles de esta carrera, aún no profesional sino solamente técnica, que ya algunos institutos han comenzado a impartir, pero sin mayor control.
El facilismo de los dueños de los medios de comunicación para manejar sus emisoras y no asumir las cargas y responsabilidades que implica contratar a verdaderos profesionales del micrófono, ha generado que no haya mejor negocio que vender horas a quien quiera, tan solo con el único requisito que pague puntualmente. Para corroborar esta afirmación, basta amigo lector que detenga un instante de su labor y mueva el dial de su receptor de izquierda a derecha o viceversa, y escuche la “variedad” de incultura que se nos ofrece.
Estos improvisados del micrófono, en el colmo de su falsa “egolatría” seguramente serán los primeros en celebrar este 8 de diciembre el “Día del Locutor”, por ello he querido transmitir a través de estas líneas, algunos conceptos, que lamentablemente se encuentran en el olvido, y rendir un justo y merecido homenaje a aquellos hombres y mujeres del micrófono de la provincia, quienes si cumplen con el sagrado apostolado de informar con responsabilidad. No en vano el sentir del locutor se resume en la siguiente frase: “Debemos INFORMAR y EDUCAR teniendo como base el ENTRETENIMIENTO”…En Cañete, que la insigne figura de José Vicente Yaya sirva de ejemplo para los que dicen ser los amos del micrófono…”Salud, Hermano Locutor”.

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