02 febrero 2007

DERRAMA MAGISTERIAL… EN EL OJO DE LA TORMENTA
Basta con un decreto supremo para modificar composición de su politizado directorio…

De acuerdo al decreto supremo que aprobó los estatutos que rigen la organización y actividad de la Derrama Magisterial (DM), está en manos del Ministro de Educación modificar o cambiar sus artículos en lo que se considere que existen errores o excesos que puedan afectar los intereses del profesorado.
Así lo afirmó ayer el ex ministro de Educación, Carlos Malpica Faustor (2004), quien indicó que el Decreto Supremo N° 021-88-ED, que aprobó el estatuto de esta asociación, establece en su artículo tercero que el Ministerio de Educación queda facultado para que apruebe “las modificaciones que se haga al presente estatuto y para que dicte las medidas complementarias que sean necesarias para su mejor cumplimiento”.
Opinó que el Ministro de Educación, José Antonio Chang, puede modificar la composición del directorio de la DM para acabar con la hegemonía politizada de Patria Roja a través del SUTEP.
“El Ministro de Educación puede poner orden y que los asociados de la DM elijan como toda asociación a sus autoridades. Lo que habría que hacer es que, en uso de sus facultades, el ministerio dicte las medidas necesarias para que los asociados recuperen plenamente su capacidad de elegir”, indicó.
Carlos Malpica dijo que el SUTEP se opone a esta potestad ministerial, alegando que si bien el portafolio puede aprobar cambios en el estatuto debe hacerlo a propuesta de la DM, lo cual, sin embargo, no figura en ese reglamento.
Recordó que haciendo uso de sus facultades como Ministro de Educación en el 2004, él presentó la Resolución Ministerial N° 0017-2004-ED, por la cual se disponía la prepublicación del proyecto de modificación del estatuto de la DM, estableciendo como derecho de sus asociados elegir y ser elegidos, por voto directo.
Hay que precisar que el ministro Chang tiene como objetivo introducir reformas esenciales que permitan cambiarle el fondo y estilo a una educación de ínfima calidad como la que existe en las escuelas públicas, y a la vez transformar un magisterio anquilosado que incumple su obligación de actuar como paradigma para la niñez y juventud.
Sin embargo, el SUTEP le ha declarado la guerra y se apresta a paralizar el inicio de clases agrediendo de esa manera no al ministro sino a 8 millones de estudiantes, por lo que se impone declarar a la educación servicio esencial, tal como sucede con la salud, por ejemplo. Con esa declaratoria se impedirá que las huelgas del SUTEP sigan castrando el proceso educativo y evitar un daño irreparable para el alumnado.
Extrañamente, Malpica fue relevado de su cargo de ministro a los pocos días que presentó la resolución para acabar con la hegemonía del SUTEP en el directorio de la Derrama Magisterial.

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