13 junio 2007

LA COMPETITIVIDAD EN LA EDUCACION PUBLICA...
Prof. Héctor Percy Huari Rodríguez

¿Qué es la competitividad? Que un país use sus recursos eficientemente. Pero no sólo eso: también implica que los use más eficientemente que otros.
El recurso principal de una nación es su gente. En consecuencia, lo que se invierta en educarla, aquello que se llama capital humano, es fundamental para la competitividad. Hay una queja constante sobre la calidad de nuestra educación pública. Pero ahora parece que también nuestra educación privada está desaprobada, según consignó en una de sus últimas columnas el analista educativo: León Trahtemberg.
Las pruebas de la Unidad de Medición de Calidad del Ministerio de Educación, en el año 2001, habrían mostrado que, los alumnos de colegios públicos o estatales, sólo un 4 por ciento tenía un nivel "suficiente" de dominio de matemáticas. El número era 25 por ciento para los de colegios privados. Si bien eso sería 6 veces el promedio público, un 75 por ciento no alcanzaba tampoco ese nivel. Cifras similares existirían para el dominio de lenguaje.
Ante el deterioro de la educación pública, muchas familias han hecho, y hacen, un enorme esfuerzo en educación privada. El abismo entre ambas es una de las desigualdades de mayores efectos, en cualquier sociedad. Si hay dos clases de educación, a la larga hay dos clases de ciudadanos.
El Perú ha venido gastando menos del 5 por ciento de su Producto Bruto en educación. De ello, un 2,8 por ciento es gasto público, y se supone que el gasto privado podría ser 1,9. Es entonces una de las causas de esta pirámide invertida que es la educación en el Perú.
Esa inversión no hace necesariamente mejor a la educación privada, porque hay una relación directa entre la calidad de la educación pública y la privada. La calidad total depende de la existencia de lo que podría llamarse también "agrupamientos" en la educación: los profesores salen a menudo de los mismos institutos de formación, y sufren las deficiencias generales de los niveles de investigación, evaluación, o soportes tecnológicos.
La verdadera competencia del futuro con Chile, tema de moda, radica aquí: Chile gasta aproximadamente el doble que nosotros en educación, para una población que es poco más de la mitad de la nuestra, lo que quiere decir que está gastando cuatro veces más por persona. En Chile, las preocupaciones no son cuántos alumnos salen de los colegios con niveles suficientes de matemáticas o lenguaje, sino cuántos lo hacen hablando la "lengua de la globalización" que es el inglés.
Esa es, curiosamente, la preocupación de India frente a China. Hasta ahora, su pertenencia a la comunidad del inglés le ha dado ventajas en sus negocios externos y en muchos otros desplegados en la plataforma de Internet. Pero muchos estudiantes chinos están aprendiendo inglés y, dado el tamaño de la población china, ese número podría ser pronto parecido al de toda la población económica de Estados Unidos.
La base de la calidad educativa es la educación pública. Adam Smith, a quien se reputa, simplificadamente, como promotor indiscriminado del mercado, proponía un sistema estatal de educación que estableciera un distrito en cada escuela. Sabía lo que los franceses han sabido siempre: que la escuela francesa, el liceo, ha sido la base duradera de la ciudadanía francesa.
Cambiar la educación requiere por supuesto más dinero, pero no sólo ello. Requiere, por
ejemplo, que se realicen evaluaciones periódicas de calidad, y haya re-entrenamiento de maestros. Junto con esa evaluación, tenemos que devolver al maestro la dignidad del pasado, en la que en todo pueblo era, junto con el sacerdote o el alcalde, la referencia necesaria.
En cuanto al dinero, podríamos eliminar exoneraciones tributarias y, junto con eventuales impuestos extraordinarios debidos a altos precios de materias primas, si se aplicaran algún día, podrían ir a una suerte de fideicomiso, destinado obligatoria y únicamente a la educación.

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