PUNTO DE VISTA...
NO PERDAMOS LA ESPERANZA...
Escribe: Lic. César Calagua Gutiérrez
Luego de una semana de pánico y terror, nuestra ciudad pareciera que va volviendo a la normalidad y la calma, pero la serenidad no ha podido ser recuperada por nuestra gente que ha vivido algo impredecible que no se desea pase nuevamente, por cuanto ha sido motivo de caos, zozobra, tensión, destrucción material, personal, y psicológica.
Esto es algo que se tiene para contar a las futuras generaciones y cuando esto suceda se volverá con nostalgia a recordar la tranquilidad del día 15 de agosto para culminar con un terremoto de la magnitud de lo acontecido en nuestra tierra, que se vio envuelta en un ambiente de tristeza y dolor, como hasta ahora en que seguimos con la pena y la incapacidad de muchos para aliviar las necesidades de los más afectados.
Se han dicho tantas cosas, se ha visto a tantas autoridades y funcionarios que han aparecido con el afán aventurero de ganar primeras páginas, pero que ha servido para darnos cuenta de quienes somos realmente y lo que valemos como personas, porque la verdad en estos días se ha podido apreciar quien es quien en su real dimensión.
Nuestra ciudad, al menos se ha visto convulsionada, sin necesidad de fiesta tenemos la visita suplicante y esperanzadora de mucha gente del sur que no tiene nada y busca alivio en nuestra provincia. Nos parece bien, pero no debemos olvidarnos de los nuestros, de los de casa, que igualmente están abandonados sin apoyo moral ni material, porque es necesario que seamos honestos, nos pongamos una mano al pecho y podamos preguntarnos si hemos actuado bien, porque muchos igualmente han querido hacer de las suyas.
Y decimos esto porque en algunos lugares todo indica que a quienes han debido darles realmente no lo han hecho, pero sin embargo a los vivos que no necesitan les han dado, ya sea por amistad o por compadrazgo, esto sin contar con los que se aprovechan de la oportunidad de estar en el momento de la repartición para llevar algo a sus lares. No se puede traficar con el dolor humano. Pensemos en el Señor y su Madre Santísima siempre, no solamente en los momentos de agobio y dolor, porque ellos sufren con nosotros.
Nuestra gente esta dolida, esta afectada por el frío, el hambre, la soledad, la indiferencia, por ello es mejor no hablar de lo que sucedió, porque trae recuerdos dolorosos, sino conversen con algunas personas en las calles y recuerden los momentos para que vean como derraman sus lágrimas las sufridas madres que lo han perdido todo y no reciben la ayuda que realmente necesitan. Esperemos que las cosas mejoren, no perdamos las esperanzas, pero cuidémonos, tomemos las previsiones que cada caso requiera. Esperamos
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