23 febrero 2008

LA ESTIMULACIÓN EN EL NIÑO COMO PERSONA EN DESARROLLO
Escribe: Prof. Leydis Joaquin Atencio

Desde el vientre materno, el cerebro del niño esta listo para comenzar a crecer a desarrollarse. Los estímulos del ambiente, imágenes de donde esta, sonidos de las voces que lo acompañan, la temperatura de su cuerpo, las manos que lo acarician, todos son pedazos de información que el cerebro comienza a procesar. Estas sensaciones son los estímulos, y estos estímulos son los que obligan al cerebro a crecer, expandirse, a crear conexiones entre células.
La cantidad de conexiones internas entre las células del cerebro son las que determinan la inteligencia y las habilidades de la niña o niño. Mientras más se estimula al niño mas conexiones se realizan; mientras más conexiones se realizan, más inteligente será la niña o el niño.
Esto es lo que la estimulación temprana busca promover. Las conexiones entre neuronas durante los tres primeros años de vida se realizan en cantidades y a velocidades que nunca más se volverán a repetir. Hay habilidades y estructuras mentales que el niño solo podrá adquirir en esta etapa de su vida. La importancia está en que estas adquisiciones depende el éxito de la continuidad de una vida. Ello incluye:
- La capacidad de expresarse y entender a los demás oralmente y por escrito.
- La capacidad de aprehender las abstracciones matemáticas.
- La inteligencia emocional, es decir, la capacidad de resolver problemas de la vida cotidiana. La forma de manejar la tensión , la forma de querer a los que nos rodean, la capacidad de convivir en paz.
Todas estas habilidades depende de los estímulos que el niño haya recibido en los primeros años de su vida. Después de este periodo el aprendizaje se vuelve lento, o termina por desaparecer.

Testimonios:
“...la madre quería que el niño escribiera en un cuaderno, que la animadora dejara tareas, creía que el trabajo de la madre con la niña era perdida de tiempo. Además su esposo le había dicho que si la niña iba a la sala ya no le iba a dar dinero para el almuerzo.
Un día el niño llegó solo al programa, su mamá lo buscó y lo encontró en la sala, lo observó de lejos y vio como jugaba alegremente con los materiales que habían allí, mientras que otros niños realizaban otras actividades como lavarse las manos, barrer, peinarse, etc. Ella le contó a su esposo lo que vio y los dos decidieron participar en la sal de su comunidad.
“Soy un papá feliz al ver que mi hija crece siendo una niña feliz y desarrollando muy tempranamente muchas habilidades y toda esta ayuda aunaba al amor y al afectividad que ella (Adriana) recibe en casa, estoy seguro que llegará a ser una gran mujer con autoestima y segura de si misma que es mi mayor anhelo”

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