18 enero 2010

ADIOS AL MAESTRO DE MAESTROS LUIS BRAMONT ARIAS...
Por: Antonio Ruiz Tovar desde Wisconsin USA.

Una pregunta lanzada por José López, dueño del blog Cañetehoy de PERU, a Iván Reyna defensor de la ecología peruana y universal, en la caja de foristas, acerca del fallecimiento de un afamado abogado de Asia, lugar de donde es Iván, de apellido Arias, me impulsó a preguntar por el Dr. Luis Bramont Arias.
Otro forista horas, mas tarde, supo escribir, «creo que él es quien ha fallecido», pero nadie confirmaba esa nota deslizada.
Como en el transcurso del día nadie confirmó la identidad del presunto fallecido, en la noche hice una llamada telefónica a Lima para cerciorarme o en todo caso para saludar al Dr. Bramont. Nadie me contestó en su domicilio; ante ello opté por llamar a una familiar, con voz quebrada me dio la dolorosa noticia, que el Dr. Luis Bramont Arias había fallecido hacía una semana. Un dolor se apoderó de mí, y no tuve otra alternativa que despedirme con mucha sutileza no sin antes trasmitirle mi pesar a la familia.
Tanto tiempo, y no se había hecho conocer la triste noticia en ningún órgano informativo de su tierra natal: CERRO ZUL CAÑETE.
Días antes, casi coincidente con el día del deceso del maestro, tuve la oportunidad de contactar -via facebook- con Sandra Smith ex Cónsul de Bahamas y hoy exitosa abogada experta en asuntos financieros internacionales, ex alumna de la UNIFE; y en su comentario, se acordó de la vez que en mi casa de Perú en una reunión familiar le enseñé la foto donde Luis Bramont me entregaba un certificado de asistencia al primer congreso penitenciario que se celebró en Lima, y al que acudí como Delegado del Colegio de Abogados del Callao dada mi situación de Presidente de la Asociación de Abogados de Cañete; me recordó también que fue su profesor en la Cátedra de Derecho Penal en esa universidad limeña de mujeres, y que fue miembro del jurado en el examen para obtener su licenciatura.
Ambos, ignorando su partida, dimos palabras de elogios al maestro cañetano…
Ante este deceso, un imperativo moral me obliga a estampar algunas líneas post mortem, a manera de semblanza, que incidan en el espíritu de amistad, confraternidad, jovialidad que animaban la personalidad de Don Lucho.
Algo especial, su exquisito espíritu de maestro, serio, idóneo, especializado, didáctico. Un patriarca en el aula, detrás del pupitre y frente al pizarrón. Sus ojitos achinaditos cubiertos por unos lentes a medida, vislumbraban que en efecto detrás de ellos había un hombre intelectual a carta cabal.
De sus conocimientos, y su producción judicial hablan sus libros y sus decenas de colegas con quienes participó en muchísimos eventos regionales, nacionales e internacionales, sus miles de ex alumnos su «familia especializada» en el foro penal, los que ocupan plazas docentes en muchas universidades, otros que deslumbran en la judicatura, y otros que en las tribunas judiciales lo siguen mencionando cuando tienen que apoyar una tesis de su defensa «como dijo el maestro Bramont».
El que escribe tuvo la suerte de conocerlo y admirarlo en todas esas facetas; tuve la suerte de pertenecer al grupo de colegas que bebió de su generosa amistad y aprecio.
Jamás dejó de aceptar una invitación que le formulamos cuando ejercíamos la representación de los letrados de Cañete, para que nos ilustrase con sus conocimientos, razón por la cual lo reconocimos como el presidente honorario vitalicio de la desaparecida Asociación de Abogados de Cañete.
Ante su desaparición, lamentamos tan enorme pérdida, aun cuando sabemos que ha dejado una estirpe familiar que siguen sus pasos iluminando el firmamento jurídico penal peruano, hecho que nos alegra.
Ya me imagino el enorme dolor que sentirá en forma especial Luis Roy Freyre entrañable amigo del maestro Bramont y todo ese exquisito grupo que tomaron el camino del Derecho Penal, como norte de sus especializaciones.
Jamás olvidaré su notable aporte incidente en el principio de la legalidad de la represión, expresando la necesidad permanente de plantear y replantearlo con el objeto de incorporar otros que limiten y orienten la facultad del Estado para decidir qué acciones realmente constituyen ilícitos perseguibles.
Con respeto, nos aunamos a ese exquisito aporte, necesidad legal hecha grito, sin dejar de reconocer que es deber del Estado cautelar su existencia; empero, no puede desconocer los momentos de los pueblos en que teniendo intereses y deseos de mejorar, estos llegan a alcanzar tal intensidad que resulta impostergable la realización de acciones tendientes a materializar tales deseos, tales ideales.
Una eterna necesidad histórica, como el que ejemplariza o plantea el caso presente en que se encuentran sumidos nuestro alcalde y algunos dirigentes con motivo de la marcha en pro del ideal por la Universidad de Cañete.
Las generaciones actuales de estudiantes de Derecho del Perú, tienen un símbolo que bien puede y debe servirle de norte en las facetas que quieran intervenir. Si, porque LUIS BRAMONT ARIAS, es un ejemplo.
Como profesor: bueno, moral e idóneo.
Como magistrado, ejemplar, justo.
Como dirigente del gremio de abogados de Lima, de decanos de las facultades de la patria, leal con los colegas y defensor del derecho a la defensa.
Como padre de familia y esposo, su ya laureada estirpe lo reconoce: amoroso, ejemplar.
Pues bien a ese Luis Bramont Arias que dio lustre a nuestra patria con su saber jurídico especializado yo, su paisano cañetano, le rindo mi respetuoso reconocimiento.
DIOS LO TENGA EN SU SANTA GLORIA MAESTRO DE MAESTROS.

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