15 febrero 2010

EL ESTADO, LOS POLITICOS Y LA HONESTIDAD

La honestidad debe ser la bandera a enarbolar por nuestras autoridades, candidatos, dirigentes, periodistas y políticos si quieren que nuestra ciudad, provincia, región o país desarrolle.
La honestidad arrastra sin ecuanon a otras virtudes del género humano –la credibilidad, la sinceridad, la verdad, la incorruptibilidad, la equidad, la humildad, y el compromiso con la justicia social entre otras–; la sociedad civil y el pueblo en general no piden que los mencionados sean santos de hábito y con corona de espinas; solo quieren que hablando y haciendo su trabajo sean capaces y tengan la condición de ser honestos.
En un año preelectoral los peruanos consideran que la honestidad es la principal cualidad que debe tener el próximo presidente, u autoridad en el estado según la reciente Encuesta Nacional de Ipsos Apoyo elaborada para El Comercio.
Por otro lado el 52% está a favor de la ratificación a la condena de 25 años de cárcel al ex presidente Alberto Fujimori y el 43% considera que debe cumplir el total de la condena pues considera que el fujimorato fue un gobierno corrupto.
En una encuesta colombiana del 2003 donde se valoró el nivel de eficiencia en relación a la corrupción, preguntando a los empresarios privados que contrataban con el estado se encontró que en las entidades públicas donde había mayor eficiencia (calidad y cantidad de obra - la corrupción era menor y por el contrario en aquellas gestiones menos ineficientes la corrupción era mayor. Estas mismas encuestas encontraron que mayor era la corrupción en gobiernos locales que en el nacional y que mayor era cuando en estas «alcaldías» –en Colombia no hay gobiernos regionales– había mayor capacidad de gasto. Aquí también se encontró que al tener poca vinculación e interrelación del empresario en si mismo, las cámaras de comercio con el estado, y reglamentación ética de su actuar, existía una competencia desleal y los índices de corrupción se elevan; por lo que infirieron que era necesario que las cámaras y grupos empresariales tomen conciencia de lo negativo que significa no llevar un patrón de contrataciones con el estado honesto por un lado y por el otro la necesidad de instalar filtros previos y sanciones en sus cámaras como requisitos para estas contrataciones.
De lo dicho se desprenden algunas verdades, que el combate a la corrupción empieza por tener autoridades con la calidad de honesto en su trayectoria personal – la persona que llega mediante la política a un cargo municipal o regional no se hace corrupto por el cargo si no que ya lleva en si mismo el germen de la corrupción y la deshonestidad –por ello es necesario elegir a honestos cuya trayectoria de vida confirme esta presunción– no basta decir soy honesto, sino demostrar esa honestidad con hechos previos.
Es también revelador el hecho que el peruano piense que el corrupto solo merece la cárcel y que de demostrarse esta condición, las condenas establecidas por la justicia deben cumplirse al cien por ciento – verbigracia: no valen los indultos tipo Crusillac, ni alguna forma de reducción de sus penas o el uso de los famosos grillete electrónicos para ellos. Ojo Señores políticos y Jueces de mi país.
El combate de la corrupción pasa por una verdadera convicción y voluntad política de nuestros políticos y gobernantes para erradicarla -ya no más los famosos zares anticorrupción– pasa por el verdadero compromiso del hombre de a pie, la probidad de los jueces y el control cercano de estos y de sus desiciones judiciales, del fortalecimiento de las cámaras de comercio, las cuales deben establecer los filtros necesarios dentro de su comunidad de empresarios, asumir la tarea de identificar las malas practicas de contrataciones y erradicarlas, así como de ser los fiscalizadores e interventores natos en todos los procesos y licitaciones del estado y si es preciso con la envestidura y protección de la ley.
(PRIMERA LINEA)

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