Escribe: P. Arnaldo Alvarado - Seminario Mayo de Cañete
Las personas no somos perfectas. Por eso dice Jesús en el evangelio «sólo lo mi Padre celestial es perfecto». Esta afirmación antes que llevarnos al conformismo, nos estimula a crecer en virtudes humanas. Que es lo que vale: virtudes. Uno de los aspectos interesantes que tienen todas las personas de buena voluntad es el sentido común. Aquella sabiduría que es fruto del adecuado uso de la razón y la experiencia. Existe una sentencia sabia que dice «por sus frutos los conoceréis», que también es bíblica. ¿De qué habla esta frase? Nos quiere decir que podemos llevar una vida buena, además después de un cierto tiempo hay que manifestar en realidad que nuestra vida no es en vano.
Pues mucha gente se lamenta sobre un fenómeno frecuente que se presenta cuando estamos en la casa, con los amigos y en el ámbito social. Esa inquietud es referente a la falta de madurez. Habitualmente escuchamos decir no sólo de niños, sino incluso de quienes esperamos buenos resultados. Estos no dan los frutos esperados. Y la tendencia en las últimas décadas es que se habla más de personas inmaduras en quienes han entrado en años, son considerados mayores, pero inmaduras. Con términos de la psicología calificamos a esta actitud de infantil, presente a todos los niveles, cuya característica es la irresponsabilidad. Los padres de familia se quejan de sus hijos. Por otro lado las esposas manifiestan descontentos de sus maridos o viceversa, porque son irresponsables. Los hermanos analizan comportamientos de los otros miembros de la familia y quedan descontentos. Es que estamos tan acostumbrados a escuchar siempre la siguiente frase: «no le exijo nada, ni le pido nada porque es un inmaduro». ¡Qué pena!.
Pero ¿qué significa ser inmaduro? o mejor ¿quién es una persona madura? Es una persona inmadura aquella que todavía no asume sus responsabilidades. No está en lo que debe estar, fuga de la responsabilidad. Tiene vulnerabilidad en su carácter, propósitos y no quiere mejorar. Siempre se propone cosas pero no pone los medios para conseguirlos; no persevera ante las dificultades. Se cree autosuficiente y presenta excusa ante sus defectos. No se deja ayudar. El elenco podría alargarse.
Este fenómeno es creciente. Causa muchas dificultades en el ámbito personal, laboral y social. De modo individual el inmaduro no se valora a sí mismo como persona y se autodetermina por sus defectos y vicios. No es libre. Dice «no puedo cambiar», «es imposible para mí», «eso no es para mí». En el ámbito social no quiere asumir sus obligaciones y no supera las dificultades. Lo peor es que pretende dejar todo sin valorar las consecuencias.
Podemos decir que la madurez es el crecimiento en personalidad a todos los niveles. En definitiva, es una persona virtuosa. Hace las cosas sea con ganas o sin ganas, pero las hace y asume. Sabe estar donde debe estar. Tiene capacidad de juicio y discernimiento en las acciones y decisiones. Todos podemos crecer en madurez.
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