Dicen que la hora es la hora… un minuto antes de la hora, no es la hora… un minuto después de la hora, tampoco es la hora.
En algunos asuntos, aunque debiera ser en todos los asuntos, la hora tiene mucha importancia… lamentablemente en el peruano, el ser puntual, no es un acto habitual, mucho menos es una virtud que se practique… y si no recordemos la famosa «hora cabana», que caracterizó a Alejandro Toledo, uno de nuestros últimos presidentes.
Sin embargo, en otras latitudes la puntualidad es considerado un atributo muy valioso de las personas.
Será que nosotros no le damos el real valor que tiene al ser puntual… El no ser puntual, además de ser un defecto de la persona… significa el poco aprecio que se le tiene a las cosas, o a las otras personas con quienes concertamos alguna cita.
Alguien me dijo, el día que valoremos lo que se pierde con la impuntualidad, el día, que sepamos cuando cuesta una hora perdida, ese día quizás empecemos a ser puntuales en todos nuestros actos.
Pero, el ser puntual… tiene que ver con la hora… y en una dependencia del estado, que maneja sus citas, sesiones y audiencias, en función del horario… debe tener una sola hora… no dos, ni tres… una sola hora para todos sus quehaceres.
Hasta hace algunos años, algunos procesos judiciales se podían quebrar en función de la ausencia del denunciante a la hora programada para sus audiencias. Si el denunciante no estaba a la hora programada, simplemente el Juez constataba la ausencia del denunciante y podía dar por concluido el proceso, archivando en forma definitiva el caso. Así llegue momentos después.
El pasado viernes, con motivo de la Audiencia programada en el proceso judicial que le sigue Gonzalo Aguirre al colega Marcelino Agapito, teniéndome como tercero civil responsable, pudimos ser testigos de un hecho curioso.
Para que nuestros lectores puedan ubicarse en el escenario de los hechos, graficaremos el escenario donde tuvo lugar la audiencia. El Juzgado en mención tenía a la espalda del Juez una pequeña zona de paso que daba a una Sala de Audiencias, la misma que estaba separada por ventanas, permitiendo la visión de una sala a la otra. Tanto en la Sala del Juzgado como en la Sala de Audiencias había y hay un reloj.
A la hora señalada para la Audiencia, el secretario hizo el llamado a los involucrados en el proceso… en este caso, denunciante, denunciado, tercero civil responsable todos con sus respectivos abogados… Si bien es cierto don Gonzalo Aguirre había llegado puntual a la cita, el hecho de que su abogado no estuviera lo hizo abandonar el lugar en su búsqueda, justo en el momento que se hacía el llamado.
A las once en punto empezó el Juez la Audiencia, según su propio horario… a esa hora, el reloj de su Sala marcaba las 11:00 a.m., pero la otra Sala de Audiencias, tenía 11:03 a.m.
A los pocos minutos de iniciada la Audiencia, llegó Gonzalo Aguirre, el Juez advirtió su presencia, y siguió dando curso a la misma… Unos instantes después, llegó su abogado con evidente retraso, al igual que el abogado del denunciado.
Toda la audiencia se manejó, en el pedido del sobreseimiento de la causa por la impuntualidad del denunciante y su asesor legal.
Dicen que con el nuevo código procesal penal, ello se maneja de otra forma… llegándose a señalar, que el Juez puede ordenar el archivamiento de la causa, si luego de iniciar la audiencia, inicia también el dictado de la resolución del caso.
Lo cierto es que si hubiésemos estado en las condiciones en que se manejaban hasta hace algunos años, esta causa debería de haber sido archivada.
Pero hay que señalar, que si medimos la hora perdida, ese día en la Audiencia entre Gonzalo Aguirre y Marcelino Agapito… fue una audiencia perdida, en donde además todos los involucrados perdieron los quehaceres que pudieron realizar, solo por la impuntualidad de algunos.
Al final, como recomendación… ojalá que en la Corte cañetana, pongan todos los relojes a la misma hora, para que no llame a confusión de los diversos litigantes que usan del servicio de administración de justicia que allí se imparte.
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