12 mayo 2012

MAMA GRACIAS POR OCULTARTE

Escribe: P. Arnaldo Alvarado Saldaña

El segundo domingo de mayo es un día especial para todos. Se trata de conmemorar el día de la Madre. Todos tenemos una Mamá. Ella es especialmente el prototipo de generosidad. Pero papá y mamá deben educar y desvelarse por sus hijos.

En el Perú tenemos dos palabras que se distinguen entre la formalidad y la apreciación más justa y personal. Se trata de los términos «madre» y «mamá». La utilización de ambas es distinto no sólo fonéticamente, sino también en el significado. Pienso que nadie dice voy a visitar a mi «madre», sino más bien voy a visitar a mi «Mamá».

El término Mamá denota trato familiar, reconocimiento de virtudes, aprecio, cariño, dulzura, en pocas palabras afecto filial. El término «madre» es formalidad. En el peor de los casos la apreciación es desde su funcionalidad, simplemente por el rol. Es un calificativo que viene de fuera. Una perspectiva así de la mujer conduce a minusvalorar y sacar leyes contra su propia dignidad –aborto, divorcio, manipulación de sus personas, caer en el comercio de personas- atropellando derechos fundamentales.

Al dirigirnos como Mamá reconocemos la entrega generosa, el reconocimiento del sacrificio escondido, de aquella que elige «la peor parte»; no porque le guste, sino por generosidad, por entregarse a los suyos, es más «por dar la vida por los suyos».

Qué emoción causa cuando vemos a una mamá, al menos por nuestra serranía, con sus hijos sobre sus espaldas. Este gesto expresa protección y cuidado que impide que aquel niño corra peligro. Eso sí que es ser madre: cuidar al hijo. A éstas la preguntamos ¿qué representan sus hijos para usted? responden: «es el mayor don», «es un regalo de Dios» «es mi tesoro» «es mi vida».

Pero también constatamos madres que han descuidado su vocación materna. Esa actitud ha llevado a pensar sólo en ellas y se olvidan incluso de sus hijos. Si a estas hacemos la misma pregunta la respuesta es: «es una carga», «me impide darme a mis comodidades» «hay que evitarlo». Una respuesta así, lleva a un «callejón sin salida» y a la pérdida de la dignidad como mujer y como madre.

Este segundo domingo de mayo, a mi apreciación, nos debería ayudar a reflexionar a todos –especialmente a los hijos- a no pasar indiferente ante aquella que nunca quiere ser reconocida por sus heroicidades. La Mamá quiere pasar oculta a la pompa. Ella nos conoce y está pendiente siempre y nos considera como sus hijos «más pequeños» por más años que tenga el hijo. Mamá sólo hay una. Gracias Mamá por ser un libro oculto.

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