Escribe: Aldo Parodi
Vacaciones en Lima. Después de pasar la Navidad en familia, unos días disfrutando del olor a chacra y del sol de Pisco y un maravilloso encuentro marino con los amigos de siempre, decidimos enrumbar hacia el balneario de Asia, más conocido ahora como Eisha.
Claro, una paradinha para comprar algunos víveres y no caer con las manos vacías era indispensable, además de los encargos variados de última hora vía el incomodísimo Nextel que fueron desde unos simples tallarines y hotdog hasta un exótico cheesecake de mango, pasando por las infaltables chelitas esas sí, me las encargué yo mismo.
« Pero si hay un Wong en Eisha !!! Vaaaamooosss !!! « Cheeeesuu….
Todo empezó por la entrada, fila larga, a buscar un lugar donde cuadrar, después de varios minutos encontramos un sitio detrás de un bus cuadrado de manera horizontal ocupando 10 estacionamientos seguidos. A lo temerario nos pusimos atrás, que se joda si quiere salir; luego dos de mis hijos me contaron, que cuando el bus decidió salir casi los infarta ver el tubo de escape a la altura de la ventana izquierda de nuestro auto. Anyway…
Tomamos aire, agarramos un carrito y nos metimos a Wong; mismo tráfico endiablado e irrespetuoso de nuestra ciudad, decidimos utilizar la técnica combi y adentrarnos en la jungla salvaje de la competencia por víveres metiendo carrito a cualquier paisano que nos quisiera cerrar y cogerse el ultimo 12 pack de Pilsen heladitas que quedaban.
Por el otro lado de Wong, mi esposa se trenzaba por lechugas y tomates, mientras que mandaba a otra de nuestras hijas a que vaya haciendo la larguísima e interminable cola que nos daría la satisfacción de pagar la cuenta con 15% de sobrecargo sobre los ya altos precios de los mismos Wong que se encuentran en Lima.
Aprovechamos la media hora de cola en las eficientes y modernísimas cajas de este supermercado para saludar a tuti li mundi, eso sí, bonito que te reconozcan aunque sea después de 17 miradas lo que demuestra que algo pasó en nuestros rostros después de unos años pero la amistad perdura intacta.
Pero la media hora se convirtió en 45 minutos, se jodió el puto artefacto que pasa las tarjetas de créditos y fueron vanas mis súplicas que nos fíen hasta el día siguiente, qué falta de confianza Señores!!!
Bueno, pagamos y salimos hacia el auto, faltaban aún dos colas más : una para que nos sellen el ticket del estacionamiento, ni hablar pago 3 soles si con un cola adicional de 10 minutos es gratis; la otra ya subidos en el auto para salir de Wong de Eisha… Aleluya !!!
Ya en la casa de playa, tuve que reunir a la familia y hacer una terapia de grupo, mezcla de yoga con sicología, para borrar cualquier trauma que pudiera brotar posteriormente; eso si, para que me lleven de nuevo al Wong de Eisha, solo les diré una cosa : los puedo tutear?
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