EN LA SENDA DEL EXITO...
Por: José Luis Villalobos Chumpitaz
Vivimos en un mundo pragmático, en el que parece no interesar los esfuerzos, sino únicamente los resultados. Nuestra cultura concede un valor muy elevado al hecho de ganar, a costa de que otros pierdan.
Hoy la educación en la mayor parte de los países es claramente selectiva, competitiva y discriminatoria.
La competitividad y el individualismo insolidario han instalado en infinidad de seres humanos sentimientos de inseguridad, frustración, preocupación, ansiedad, temor, inferioridad, derrotismo…
No debemos permitir que la neurosis del triunfo llegue a dañar nuestra autoestima, haciéndonos confundir nuestro propio valor con nuestros fracasos.
Hay que reivindicar el valor del esfuerzo, de la autosuperación y de la siembra, del verdadero sentido de los conceptos de éxito y de triunfo.
Hemos sido condicionados para creer que el éxito significa riqueza, poder, popularidad, aplausos, posición, eliminar a nuestros oponentes. ¡ Es todo lo contrario !.
El éxito de un hombre ha de medirse no tanto por la posición que ha logrado alcanzar en la vida, como por los obstáculos que han superado mientras trataba de triunfar, y en especial por el número de veces que se ha superado a sí mismo. Lo que verdaderamente cuenta son las pequeñas victorias, los hábitos de pequeños triunfos que nos programan para ser triunfadores.
La prosperidad y el éxito tienen que ver con el proceso y no con los resultados. Hay que aprender a disfrutar del camino y del proceso, aunque no se alcancen las metas. Afirmaciones felices son las que nos dicen que "Dios bendice a los hombres por haber buscado y no por haber encontrado"; y que, "como Él, debemos aprender a dar más importancia a la siembra que a la cosecha".
Triunfar no es una necesidad del hombre, participar, en cambio, sí lo es. Por ello, la neurosis del triunfo daña la autoestima: los niños aprenden fácilmente el mensaje de confundir su propio valor con sus fracasos. Hay que participar en el juego sin sentir la obsesión de triunfar. Es la participación lo que debemos encontrar y lograremos la satisfacción de nuestra autoestima.
Lo único que nos sirve para aprender algo es el fracaso. Sin fracasos no podemos aprender nada. Por tanto, hemos de aprender a enfrentar siempre los fracasos y descubrir en ellos una lección y una oportunidad.
Para el hombre de éxito, ganar es un proceso interno, resultado de haber podido superar la dicotomía "ganar o perder". Sabe que cualquiera puede culminar una actividad como ganador y también con capacidad para convertirse en un individuo aún más competente en cualquier campo concreto, si mantiene siempre una actitud interna y firme de ganador.
Ser un ganador supone rechazar la tendencia a valorarnos en comparación con otros, y darnos la oportunidad para ser el individuo único que cada cual es.
El verdadero éxito en el logro de la satisfacción interior, es construir nuestro espíritu y llenarlo de confianza, de seguridad, de paz, de amor, de generosidad, de alegría y de esperanza.
Cualquier hombre honrado, justo, tolerante, amable, compasivo con los demás y de buen comportamiento constituye un éxito, sea cual fuere su posición en la vida.
Los que logran utilizar todas sus potencialidades en beneficio de los demás son los más grandes triunfadores.
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