DESNUTRICION INFANTIL: ¿Existe Solución?
Escribe: José De La Cruz Aréstegui
Este tsunami silencioso que esta provocando el alza del precio de los alimentos y está proporcionándole a este gobierno el mayor reto en su historia, escapando de su ya sórdida primera gestión del 85, nos muestra un nuevo rostro del hambre cada vez más escalofriante.
Las repercusiones son devastadoras: las familias gastan más en alimentos en detrimento de otras necesidades básicas como educación y salud, muchos hogares se ven obligados a eliminar ciertos componentes de la dieta (proteínas, micro nutrientes y otros), y finalmente se enfrentan al dilema de eliminar comidas, pasando de tres diarias a dos o una...
Los sectores más vulnerables, especialmente los niños, sufren en mayor cuantía los efectos de la tendencia alcista de los precios y los lleva a padecer de desnutrición infantil, que siembra en ellos secuelas físicas y cognitivas irreversibles.
Nuestra provincia Cañete, por supuesto, no queda lejos de este conflicto y lo peor es que la situación amenaza con tornarse más grave. Basta con hacer un recorrido por los sectores mas deprimentes de nuestra provincia, asentamientos humanos, sectores alejados para verificar el total abandono a la que viene siendo sometido nuestros hermanos, que a duras penas sobreviven con un mísero jornal y alimentar de ello a toda la familia por lo general muy numerosa. En este contexto, expertos coinciden en señalar que el tema alimenticio constituye una urgencia, regional, nacional y universal.
En la región, existen gran porcentaje de menores de cinco años que sufren de desnutrición global (baja talla para la edad) y desnutrición crónica (bajo peso para la edad). Este último es el verdadero problema, dado que impacta de modo irreversible en la capacidad intelectual del menor, y esto lo podemos comprobar los educadores quienes estamos diariamente en contacto con ellos, con alumnos que se quedan dormidos en horas de clases, faltos de concentración, escaso rendimiento, etc.
Además de privar a la infancia del desarrollo de todo su potencial, la desnutrición genera mayores costos en salud y educación y reduce la productividad de los países por la baja escolaridad y la alta mortalidad que este flagelo provoca.
Los expertos plantean la necesidad de garantizar la alimentación de los grupos más vulnerables, especialmente los menores de tres años de edad, las mujeres embarazadas y lactantes. Así también, incidir en el beneficio a las comunidades indígenas y a los emigrantes, otros de los grupos poblacionales vulnerables ante la crisis alimentaría.
Nuestra provincia, en general nuestro país, tienen condiciones para reducir el hambre y la desnutrición, pero la clave está en redistribuir la riqueza y en hacer justicia con las poblaciones que han estado excluidas y marginadas durante años.
El problema de siempre es el factor político y las decisiones de envergadura social que ello acarrea. Cabe resaltar que la unificación de las fortalezas y criterios para batallar y trabajar juntos en el enfrentamiento al impacto de la crisis alimentaría mundial, esta en nuestras propias manos.
Este es el momento, el desafío es grande, pero mañana será tarde
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