15 agosto 2008

REPLICA’S
Autor: Wilfredo Cayllahua León

Los relojes marcaban las seis y treinta de la tarde. En la sala de redacción del diario oficial y judicial de Cañete, “Al Día Con Matices”, nos disponíamos a escribir algunos artículos periodísticos para su publicación del día siguiente.
”¿Qué tienes para mañana?”, nos preguntó el director del medio Juan José Torres Luyo, quien se encontraba en el lugar, tras llegar de una jornada deportiva que siempre suele realizar con su club u otras instituciones.
“Lo de siempre. Los muchachos de la Semana de Cañete siguen envolviéndose en su telaraña. No pueden salir de su encrucijada”, le respondimos en son de broma y de inmediato comenzamos con la faena habitual.
Por aquellos días “la noticia” giraba en torno a las actividades por el advenimiento del aniversario 451 de la conmemoración de la fundación española de la “Villa de Santa María de Cañete”.
La accidentada conferencia de prensa realizada en el hotel María Angola de Lima, el cuestionamiento de los contratos de artistas, la modificación de los programas de fiesta y la inadecuada fecha para la organización del Festival Nacional del Arte Negro, eran observadas por los hombres de prensa.
El esfuerzo y el “sacrificio” que ponían los miembros de la Comisión Semana de Cañete 2007 para marcar la diferencia, cayeron en “saco roto” y más bien se vieron envueltos en escándalos no esclarecidos hasta hoy día.
La desorganización de los miembros de la Comisión Semana de Cañete 2007, primó y pese a los esclarecimientos que solía realizar el regidor provincial Percy Alcalá Mateo, en su condición de Vicepresidente de la Comisión de Fiesta, no satisfizo la expectativa de la población.
La suscripción del compromiso para la conducción y organización del Festival Nacional del Arte Negro, con la señora Teresa Palomino, una artista y respetable dama limeña, fue el acabóse.
Su presencia no había producido la “química” con los cultores y difusores de la música afroperuana de Cañete que a los cuatro vientos los rechazaban y responsabilizaban a los organizadores por la ligereza del convenio.
Autoridades en el arte del folklore negro como el profesor Román Fernández Adriano, Director - Fundador de Cañete Negro de la década del 70, alzaba su voz de protesta y amenazaba: “Si llega Teresa Palomino. No voy al Festival”.
El propio Pedro Flores Ruiz, ex integrante del afamado grupo Perú Negro del eximio Ronaldo Campos, había desistido en participar en el Festival y prefirió organizar un evento de fin de fiesta con su Academia en señal de desacuerdo.
Eso, era la comidilla de la semana. Es decir, los temas más saltantes que difundían los medios de comunicación del sur chico a través de la radio, televisión, diario y la página web, matizados con la libre participación de la población.
… “Estamos pagando el derecho de piso”… era el titular acompañado de un sub título que agregaba: “sostiene el regidor provincial Percy Alcalá Mateo”, era el encabezamiento del artículo que debió publicarse al siguiente día.
El tema “justificaba” todos los vaivenes que se habían tejido en los días previos a la celebración del 451 aniversario de la fundación de la “Villa de Santa María de Cañete, producto de la inexperiencia de la actual gestión.
La nota periodística había sido tomada de una entrevista realizada en horas de la mañana en el programa periodístico “Collage Noticias” (Radio Mix), dirigido por la colega Carmen Rosa Chumpitaz Rivera.
En el diario teníamos previsto estar como máximo hasta las siete de la noche porque a esa hora teníamos una reunión con una profesora Mirtha Manza Rodríguez, quien fuera administradora de la radio JCM 98.7 FM de Imperial.
El tema era coordinar e intercambiar algunas ideas y propuestas que tenía en mente desarrollar el propietario de la emisora Juan Campos Muñoz en el futuro; y además de algunos temas de índole particular.
La verdad que sentíamos una tremenda angustia para conversar con esta grata amiga, cuyo principio religioso es Pentecostés, a quien le habíamos dejado de ver algunos meses y, finalmente, logramos contactamos la cita a través del correo.

TRANQUILOS… TRANQUILOS…
Seguíamos “carburando” la nota en la computadora. Nos esforzábamos para culminar lo antes posible y esté armada, al menos, dos artículos para el día siguiente y el jefe nos diera nuestra comisión del día.
Seguíamos escribiendo. De pronto escuchamos el ladrido de los perros en las afueras de la calle. Un pequeño remezón en la tierra se había producido y abrimos la puerta y salimos hacia la calle.
Escuché la voz de Juan Torres: “Tranquilo… Ahí nomás. No salgas”. Pero, hicimos caso omiso y caminamos la sexta cuadra de la calle 28 de Julio para cruzar la intersección de la calle Manco Cápac.
“Tranquilos… tranquilos… tranquilos… Ya va a pasar. Cálmense”, fue lo primero que dijimos aunque en verdad sentíamos un pavor, como es natural; más por el desprendimiento de los edificios o cables que por la misma fuerza telúrica.
La tierra seguía temblando. Pero, esta vez, con más fuerza. Seguimos caminando, pero la intensidad de la naturaleza fue en aumento. Miles de cosas pasaron por nuestra mente, sacamos fuerzas de flaqueza para tranquilizarnos.
“Tranquilos… tranquilos… tranquilos… Ya va a pasar. Calmense”, era nuestra única palabra que nos salía del interior de nuestro ser y el gentío que ya se encontraba en sus frontis todos despavoridos, asustados, noctámbulos, en medio del llanto y la entrega al ser divino con una oración. De pronto se apagaron las luces y el pánico fue más grande. Cruzamos la Sucre para dirigirnos hacia la avenida La Mar. Bajó la intensidad del temblor. “Ufff.. Menos mal que pasó. Es hora de tranquilizar a la gente”, dijimos a nuestro interior.
Nos disponíamos a hacerlo. Estábamos tan convencidos que difícilmente en nuestro hogar pudieran haberse producido algunos daños materiales o humanos porque la vivienda es de material noble y está ubicada a un paso del parque.
Pero, de pronto vino un segundo movimiento con más fuerza… Gritamos, otra vez a todo pulmón: “Tranquilos… tranquilos…” Esta vez, nos pareció el final. Nuestra preciada vida llegaría a su fin. Nos preguntamos “¿Así terminaremos?.”
“No, por favor… No!... Todos se encomendaban al omnipotente. La gente gritaba por doquier. Los niños desesperados. Mi mamá, mi mamá… y las lágrimas corrían por sus rostros. Cruzamos la avenida La Mar.
No nos explicamos, nosotros mismos qué hacíamos en dicho lugar Caminamos. La gente se abrazaba haciendo un círculo, pudimos observar alguna polvareda producto de la caída de las paredes viejas.
Cruzamos la calle Huancayo. De pronto se nos vino a la mente… Oye, mi chiquitín… ¿Piero, cómo estará? Ojalá que su mamá haya ya vuelto de su trabajo porque él más para con su abuelita. Fuímonos de inmediato.
Caminé por la Prolongación de la calle 28 de 2 de Mayo y observamos a una niña sumamente asustada al lado de su mamá. Ella, era una ex servidora de la Municipalidad Distrital de Imperial, María Sánchez.
“Ha sido fuerte el temblor..?”, le dijimos. Y ella nos contestó “Sí, fue… fuerte!. Le abracé la cabeza de su hijita de unos diez años y comenzó a llorar en mis hombros diciendo que tenía mucho miedo.
Proseguimos caminando y de pronto. Nos topamos con don Luís Conislla, productor del pisco Don Reynaldo quien esperaba a su esposa Carmen Vicente, quien precisamente había culminado de laborar en el mercado Señor de Cachuy.
Bueno, nos encontramos solos. Partimos una carrera hacia. Si bien es cierto que no teníamos tanto miedo al temblor, más sino por el pánico y la desesperación de la gente, llegamos a nuestro destino.
Ahí, en el parquecito de Santa Rosa, observamos ya a mucha gente que pernoctaba, todos sumamente nerviosos ante un temor de una nueva réplica que pudiera producirse.
Mi chiquitín, estaba sumamente asustado. Su hermanito el mayor, Stefano, estaba más sereno. Va pasar. No se preocupen.
No había comunicación alguna. Las radios no funcionaban.
Quisimos averiguar de cuánto había sido la intensidad del sismo. El instituto Geofísico que normalmente suelen informan, se mantuvo mutis.
Al parecer, todo el informe le dieron al Presidente de la República, Dr, Alan García Pérez para que él pudiera dar la noticia. El resto ya es historia conocida.

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