Escribe: P. Arnaldo Alvarado - arnaldo.alvar@gmail.com
Con ocasión de las fiestas patrias en el Perú recordamos grandes hechos y personajes que nos dieron una nueva nación. El peligro es quedarnos sólo con las glorias y dejar de lado los esfuerzos, sacrificios y abnegaciones incluso de dar la vida por un ideal noble; todos estos evento condujeron a ella. La historia de un país significa contar con ambos hechos: positivos y negativos, victorias y derrotas. Los primeros nos ayudaran a reconocer las magnificencias; y los segundos, en cambio, a enmendar el error y sacar experiencias.
Lo peor que nos puede pasar es quedarnos simplemente con las victorias. Pensar de este modo significa «endiosar y caricaturizar» a nuestra gente y, por consiguiente, quedarnos en la necedad, antes que la humildad. Los grandes personajes que cuenta la historia del Perú, en el camino de su independencia, nos dejaron una herencia. Todos los peruanos tenemos una deuda con quienes procuraron darnos lo mejor. El peligro con demasiada frecuencia es cuando algo se consigue sin esfuerzo se minusvalore. Precisamente cuando tenemos serios retos que afrontar debemos pensar en esta realidad: todos somos peruanos y somos hermanos. Al menos es el mensaje de nuestro himno patrio.
Hay una palabra que conviene tener muy presente. Esta palabra es la fraternidad. Gracias al cristianismo tenemos esta verdad maravillosa, que luego la revolución francesa en el siglo XIX la convirtió en tema de bandera. Pero ¿dónde se fundamenta que todos somos hermanos? El primer punto de partida es que tenemos un mismo origen que da fundamento a nuestra dignidad de persona y un mismo fin. Además pertenecemos a este mundo y procuramos hacernos responsables de los demás y del universo. Si recordáramos estos puntos las cosas serían diferentes, de tal modo que, como dice la Escritura: «el hermano ayudado por su hermano es como una ciudad amurallada». Pero también somos hermanos porque tenemos un mismo país –vivimos bajo un mismo techo-, cuya historia del pasado y del presente lo recibimos con entusiasmo. Igualmente nuestra historia general mira hacia un futuro con esperanza.
Si tenemos presente que somos hermanos de verdad y no simplemente como algo romántico cuántos líos nos ahorraríamos. Estos días pasados hemos vivido momentos muy duros, que todavía los tenemos; todos somos conscientes de la realidad que suceden en nuestra querida patria. Se trata del misterio del mal manifestado por las olas de violencias como pueden ser: la cadena de violencia contra la vida, calumnias, corrupciones, paros informales, huelgas ilegales, eliminación de seres inocentes, comercio ilícito, etc. A tal punto que podemos afirmar con seguridad que la lucha es en la propia casa y con los propios hermanos. Evidentemente esto es algo horrible y poco humano. Hermanos luchando entre sí. Recordemos que los grandes imperios del pasado y del presente han caído por degradación moral, antes que por malos manejos técnicos. Cuando el hombre se olvida de lo propiamente humano corroe su propia vida y la de los otros.
Todos debemos vivir el patriotismo nos dicen por todas partes. Una traducción más cercana ¿Qué significa? Quiere decir que el amor a la patria debe ser algo noble y real. Significa dar la vida por los demás, por ejemplo. Al menos así lo hicieron los patriotas. Pero ¿cómo podemos ser patriotas? La situación está a nuestro alcance. Las expresiones de patriotismo verdadero pueden ser: cumplamos con nuestros deberes de ciudadanos, cooperemos para el bien y no para el mal o para obstaculizar la paz; busquemos el bien común antes que el interés individualista que se olvida de todo hasta de la persona misma; dejemos de lado el favoritismo, la corrupción, el comercio ilícito con personas y con cosas; seamos leales a los otros; no cooperemos a la sinrazón de las actitudes; respetemos la dignidad de la persona humana.
Ante un país en llamas, todos queremos paz, pero la paz es fruto de la justicia. Es armonía del hombre consigo mismo, con Dios y con los demás. Si algún de estos elementos faltase, entonces es probable que la pacificación sea artificial, postiza y momentánea.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario