Una despedida sui géneris, en la que no hubo lágrimas ni tristeza, sino sonrisas, esperanza y felicidad, fue la que brindó anoche la selección nacional ante Escocia en el partido del adiós previo a disputar el Mundial.
Con un Estadio Nacional prácticamente lleno, los dirigidos por Ricardo Gareca saltaron al campo de juego con la clásica estrategia empleada por el argentino durante la eliminatoria: un 4-2-3-1 con Jefferson Farfán en solitario en el ataque, reemplazando a su compadre Paolo Guerrero.
Si bien Perú tomó la iniciativa, buscando atacar por derecha con André Carrillo y Luis Advíncula, el rival europeo no fue prueba sencilla, y con marca férrea y orden logró neutralizar cualquier posibilidad de riesgo.
Y no fue sino hasta el minuto 38 de juego que los nacionales lograron vencer la valla de la visita con un penal bien ejecutado por Christian Cueva, un disparo fuerte y colocado al lado derecho del portero. 1-0 para Perú y fiesta en el Nacional.
El primer tanto peruano aligeró tensiones y permitió los mejores momentos de la Blanquirroja con el control del balón en el medio campo. Así terminó la primera mitad.
La hora de Farfán
Nunca olvidemos su nombre: Jefferson Agustín Farfán Guadalupe, autor del segundo tanto nacional ante Escocia y la esperanza de gol para el país en el Mundial. Es el reemplazo de Paolo en esa función de 9 en el área, que por ratos le cuesta, pero que ha sabido capitalizar.
Tuvo un primer tiempo complicado, no le llegaba la pelota y más de una vez tuvo que bajar de su posición para acompañar a Cueva o Edison Flores por izquierda. La luchó, la peleó y la consiguió en el inicio del segundo tiempo.
Una asistencia de Yoshimar Yotún permitió a Farfán reencontrarse con el gol, el número 25 de su cuenta personal con la selección (que le permite superar al mítico Teodoro "Lolo" Fernández). Premio a la perseverancia y al esfuerzo, lo suyo en adelante es tener presencia en el área y apuntar al gol.
Guerrero en el corazón
No estuvo físicamente en la cancha, tampoco en la tribuna, pero su presencia se hizo sentir todo el tiempo en el Nacional: en la camiseta de los hinchas, en los polos que vistieron los jugadores cuando salieron a calentar. Paolo Guerrero acompañó al equipo sin siquiera estar.
Apareció en la celebración de Cueva para el primero de penal (cuando el volante simuló su típica celebración de disparos con los dedos) y en el agradecimiento que la gente le tiene por todo lo que dio para poder clasificar.
Vaya a o no vaya a Rusia (tiene aún la suspensión por 14 meses dictada por el TAS), Paolo estará siempre en el corazón de los miles de peruanos que le agradecen su aporte para poder clasificar.
Fin de fiesta
Fue una despedida con fiesta, con música, con la gente alentando los 90 minutos de juego, con la esperanza de hacer un buen papel en Rusia. Idea de juego hay, equipo (con o sin Guerrero) hay, queda en adelante ver cómo será la verdadera prueba ante Dinamarca, Francia y Australia, los rivales de la primera ronda en el grupo C.
El Nacional fue testigo de una despedida con sonrisas en lugar de lágrimas, con esperanza en lugar de tristeza, y con el deseo de que la separación dure más: para ver a Perú en lo más alto que se pueda en este desafío llamado Mundial.
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