23 julio 2008

"Carocha" nueva obra literaria...
A 42 AÑOS DE SU PARTIDA HACIA LA ETERNIDAD... REVIVE SU MEMORIA...
Escribe: Luis Quispe Cama

La presente memoria sobre la vida, calvario y muerte de Carmen Rosa (CAROCHA), una joven ilusionada, con ansias de vivir, de excelente moral y muy preocupada por las iniquidades de este mundo. Perdió la vida a los 20 años, en pleno amanecer, en misterios de este mundo de dolor y muerte, de incomprensión y olvido, ejemplarizando con su presencia las debilidades y sufrimientos de tantos jóvenes que son inducidos por el sistema hedonista imperante en nuestro tiempo.
A mitad de camino de los años ochenta, la delincuencia penetraba en todos los organismos, en todos los niveles de la sociedad; y en todas estas acciones pendían la vida muchos jóvenes, hombres y mujeres, quizás como marcando el inicio de un sistema corroído y cruel.
La protección de la vida y la salud en la mayoría de los países, es una necesidad prioritaria; y debería ser una forma loable de reconocer su verdadero valor y llegar así a los sectores más humildes de la sociedad.
Por eso es recomendable mantener los hospitales con sus equipos en operatividad y con la mejor atención posible. Sus médicos, enfermeras y personal de servicio con sueldos que les asegure tranquilidad económica y actualización profesional permanente.
Lamentablemente, cuando Carmen Rosa fue hospitalizada no se le pudo detectar a tiempo un tumor (cáncer) que le causó la muerte.
Después de recibir un duro golpe que afecto también profundamente a mi esposa y a mis hijos, y como padre amoroso de su familia, decidí escribir este doloroso pasaje de nuestras vidas.
En mis 55 años de edad, he leído poco en el curso de mi vida; apenas he escrito misivas románticas en mi juventud. En realidad, siempre estuve alejado de la gramática; pero la memoria de mi hija me impulsa a tomar esta decisión de escribir algunos recuerdos y pasajes de mi sufrimiento y muerte.
Quisiera ser escritor o investigador social para desentrañar las profundidades del dolor de los pueblos y luego llevar por el mundo el mensaje de ese preciado tesoro, grande y hermoso, que llamamos vida humana y que el hombre, muchas veces, no alcanza a entender por esa maldita droga del poder y el dinero.
Quisiera ser poeta para llevar por todos los rincones del orbe, el mensaje de libertad e ir cantando las estrofas del entendimiento del hombre por el hombre. Sin embargo, alcanzo a comprender que la vida es la expresión más excelsa de la naturaleza; y el amor, la esencia de su existencia.
Carmen Rosa, fue una chica que nació para generar alegría interminable, fuente inagotable de inspiración, amor y esperanza; brilló con luz propia durante 20 años.
Fue un paraíso de inagotables ilusiones; supo superar la adversidad con optimismo y su moral fue intachable. En su niñez dejó gratos recuerdos; en la escuela primaria fue reina de la primavera en el colegio secundario, compañeras y profesoras recuerdan su comportamiento y alegría; y en la urbanización donde vivió los últimos 10 años, mostró sus cualidades éticas y su ejemplo quedarán perennizados en la juventud y en toda la sociedad.
Cuando sonreía a la vida y juventud, la consume la muerte inexorablemente. Desfallecen sus fuerzas lentamente, pero ella sigue aferrada a su existencia y luchando contra el torrente de dolor y sufrimiento prolonga su calvario heroicamente, pero el palpitar de su corazón desciende paulatinamente; y en un atardecer de primavera se apaga una estrella de repente y un suspiro final paralizó su vida.
Todo se oscureció, quedó en tinieblas; todo signo vital había terminado. Se acabó "CAROCHA" para siempre; se extinguió su eternamente; y en la densa oscuridad donde mora la muerte; continuará su viaje sin retorno. Triste, muy triste fue su partida, y al ingresar a su última morada, le regalé una rosa roja, entristecido, como símbolo de amor fraterno que perdurará por siempre en el recuerdo.
¡CAROCHA…! Tus hermanos y nosotros tus padres te amaremos siempre. No sólo porque hayas descendido de lo alto; no sólo porque hayas pertenecido a nuestro hogar; no sólo por los momentos de felicidad que disfrutarnos juntos; sino porque nos enseñaste a sufrir el frío en el alma, le acongoja en nuestros corazones y a llorar por el dolor de tu partida.
¡Vivirás en el océano de nuestra conciencia como una santa!.

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