Señor de los Milagros, una Historia en el Perú y desde el Perú…
Escribe: Padre Arnaldo Alvarado - Seminario Mayor de Cañete
Si en el mes de julio el Perú se distingue por el color rojo y blanco, en el mes de octubre, el los peruanos somos todos de color morado, distintivo del Señor de los Miagros. Grande es la fe y la devoción al Señor de los Milagros y muy rica su expresión de fervor religioso. Todo fue cuando, cerca al año 1651, en el papado de Inocencio X, y en el Perú se encontraba gobernando el virrey García Sarmiento de Sotomayor y como arzobispo de Lima, Pedro de Villagómez. Los negros angolas se agremiaron y levantaron el local de su cofradía en la zona de Pachacamilla, en las afueras de Lima. En la sede de la cofradía, en una de sus paredes de adobes del galpón, un negro esclavo angoleño, bajo inspiración divina, plasmó la imagen de Cristo crucificado. La imagen fue pintada al temple en una pared tosca, cerca de una acequia de regadío, de un acabado imperfecto, además hay que resaltar que el anónimo pintor no tuvo estudios completos de pintura, y que ejecutó la obra por su propia fe e inquebrantable devoción a Cristo.
El 13 de noviembre de 1655 a las 14:45 horas, tuvo lugar un terrible terremoto que estremeció Lima, derrumbándose templos, mansiones y las viviendas más frágiles, ocasionando miles de víctimas mortales. El temblor afectó también la zona de Pachacamilla y las viviendas igualmente se derrumbaron. Todas las paredes del local de la cofradía se derrumbaron, produciéndose entonces el milagro: el débil muro de adobe en donde se erguía la imagen de Cristo quedó intacto.
Por el desorden del concurso nocturno, a instancia de D. José Laureano de Mena, cura de S. Marcelo, a quien tocaba el distrito, los dos tribunales, eclesiástico y secular, mandaron borrar las imágenes: pero viniéndose al hecho, no lo permitió el Señor. El pintor cayó desmayado de la escalera, poseído de temor. Repitió la subida de la escalera y le quedó el brazo sin acción, advirtiendo entre tanto que la imagen del Señor se ponía cada instante más hermosa y la corona más verde.
Con estas demostraciones extraordinarias de nuestro Señor se comenzó a pensar acerca de su imagen de otro modo. Se dispuso mejor darle culto en otra capilla pobre, cercada de esteras, donde el catorce de setiembre del mismo año se cantó la primera misa asistiendo a ella el Excmo. Sr. Conde de Lemus, Virrey, Tribunales y todas las sagradas Religiones. Después de esta primera Misa el Virrey y su esposa continuaron rindiéndole culto a la imagen, aumentando así los devotos, que venían desde lejos inclusive, para conocer y reverenciar a la portentosa imagen del mural de Pachacamilla que pronto comenzaron a llamarlo el Santo Cristo de los Milagros o de las Maravillas. El terremoto del 20 de Octubre de 1687 produjo rajaduras y desmoronamientos en la Capilla, pero el sagrado mural quedó incólume, como muestra de los designios divinos.
Fue así que Sebastián de Antuñano inicio la procesión con una réplica de la imagen, originando así las tradicionales procesiones de octubre del Señor de los Milagros de Nazarenas. En su primer recorrido llegó hasta la Plaza Mayor, al Cabildo limeño, donde recibió en ambos lugares fervorosa pleitesía contando con el acompañamiento de acongojados fieles así como vecinos del lugar. Se tiene la seguridad que aquella replica es la misma que hoy en día nos sigue acompañando en los meses de octubre en su recorrido por la gran Lima.
El 28 de octubre de 1746 el día en que se registró el peor terremoto ocurrido en Lima, Callao fue destruido por un maremoto, siendo virrey del Perú el Conde de Superunda, Don José Manso de Velasco fue así como también, cada año, en este día, sale el Señor de los Milagros en Procesión y se hace su día festivo central.
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