06 julio 2009

LUCES Y REFERENCIAS DEL SABER... EL MAESTRO...
Escribe: P. Arnaldo Alvarado - Seminario Mayor de Cañete

Todos nacemos con forma, pero no formados. En ese sentido, el buen estilo de vida, las virtudes y el cultivo de los talentos recibidos, los desarrollamos y hacemos y crecemos con la ayuda de otros. Aquí están en primer lugar los padres de familia, la familia misma, y los maestros (profesores) a continuación. Pero al revés no. Lo propio del ser humano es crecer. Precisamente para el crecimiento, necesitamos ser ayudados.
A partir de la época de la ilustración (siglo XIX), surgió una idea en el campo educativo. Se decía que la educación tendría que ser naturalista, esto es, que surja de la misma persona, excluyendo la intervención de segundos y terceros. Además, se exhortaba, cuanto menos intervengan esos agentes externos mejor vendría para la educación. Al menos esta es la idea del libro «el Emilio», de Jean-Jacques Rousseau. Considerando sosegadamente la idea no se ajusta a la realidad.
Hay factores influyentes en la educación de nuestra gente –disposiciones personales, económico, laboral, situación familiar, etc. Cuando digo educación, que quede claro, no me refiero solamente a aquella actividad realizada en el colegio, sino me refiero en sí mismo a la tarea educativa. Que al fin y al cabo está en todos los niveles y ambientes.
Hace unos lustros se utilizaba la palabra maestro o maestra, para designar aquellas personas que se dedicaban a la docencia. Al paso del tiempo, se ha dejado de lado este término y se utiliza más «profesores». El primero connota más aquello que se tiene y por que se tiene algo, se comunica y se da. El segundo término –profesores- es más funcional, frío sin más, momentáneo, circunstancial. Con lo cual surge la carrera entre tener y el poseer. Lógicamente a favor del tener, en detrimento del ser.
Todos queremos ofrecer, comunicar, dar, expresar. Pero para que esto sea verdadero, hay que buscar ser, crecer primero y luego atenerse a su consecuencia menos forzosa, comunicar, educar, en definitiva, ayudar a crecer a otros. Así los maestros (profesores) serán luces y referencias para sus discípulos.

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