27 enero 2011

REQUIEM POR MARIA CAYCHO CALAGUA DE YACTAYO…

Escribe: Percy Castañeda Arellano

Conocí a la Señora María Caycho de Yactayo hace algunos años atrás… Era entonces el primer año de gobierno municipal de su esposo, el responsable, sencillo y honesto Celestino Yactayo Villalobos… Con motivo de la realización del evento Srta. Quilmaná del año 1,996…. Y, simplemente, comprendí que a su labor de madre abnegada, esposa y compañera ideal de Don Celestino, le añadía esa responsabilidad que, solo atañe a las mujeres predestinadas... Y, sí… Doña María, había reunido a un grupo de damas, entre esposas de regidores, trabajadoras y vecinas quilmaneñas y había inculcado en ellas, su afabilidad y ese carácter especial que conocimos en ella… Fue así que se realizó aquel evento memorable y aquello fue un punto de partida para lo que sería un trabajo constante y silencioso que daba sus frutos cuando de realizar actividades de bien social se trataba… Quilmaná lo sabe… Quilmaná lo recuerda y tiene presente… y es que esa particularidad y sencillez que le conocimos era parte de su entorno familiar….
Con Celestino Yactayo, su esposo y compañero, compartieron penas, alegrías, triunfos, tristezas, sentimientos que hoy vuelcan en la mente de su familia… En esa lucha permanente por la vida, en esa jornada diaria de la alimentación, en esa tarea solidaria con los trabajadores y con los que de una u otra manera, compartieron también, la dicha de haberla conocido…
María Caycho se durmió en la paz del Señor…. Cierto es que es irremediable pensar en cada nota vibrante del corazón que se parte en esta despedida… en esa agonía en la que somos capaces de entender, comprender y resaltar la profundidad del amor, Usted, mi querida Primera Dama, se va llevándose consigo esa natural alegría que nos supo dar en innumerables ocasiones… Y, hoy que asistimos a esta terrenal partida, le rogamos al Todopoderoso, que aquél lugar que reserva siempre para los buenos, sea también el tuyo… No es fácil –sabemos- para un esposo decir adiós ante una sepultura ni tampoco para sus hijos, aceptar que aquél ser que los trajo al mundo que los amamantó con esa savia infinita de la ternura, el cariño y el amor maternal, ya no esté más con ellos…
Por eso, estas líneas…
Por eso, este homenaje para Usted Doña María Caycho…
Por eso y por mucho más…
Porque tal vez, el momento doloroso de esta partida, signifique Par Don Celestino y tus hijos, el no poder hacer más de lo que hicieron para curar tus heridas, para lograr que vuelvas a la casa de siempre…. Dicen que los recuerdos de ayer duran toda una vida.. Y, es cierto… Pero, lo que también ha de perdurar, es ese infinito amor que ellos te supieron brindar y que nunca dejará de ser… Porque, los recuerdos construyen un camino que llega hasta el corazón y logra que las personas siempre lo sientan a uno muy cerca, aunque en realidad estén muy lejos el uno del otro.
Nunca se dice un adiós a nadie. Nunca se deja que las personas más cercanas se vayan, porque para tu esposo y tus hijos, estarás siempre con ellos, a donde vayan.
Si la fe mueve montañas, el amor en Cristo, toca lo inalcanzable… Por eso, desde este lugar…en un pedacito del cielo cañetano, oro por que la anuencia del Buen Pastor cobije tu sueño eterno…
Hoy, tu compañero de toda la vida esta desolado y solo le consuela saber que no sufrirá más. No se puede olvidar jamás la imagen de quien compartió la mesa, las noches, los días… Pero es muy duro pensar que la muerte es algo bueno. Las palabras se desvanecen en la duda, en una congoja insuperable, en un verdadero motín del alma, porque el amor encuentra su más plena identidad en el dolor… Más lo que se comparte bien, dura una eternidad, pues si es con una madre o una esposa es parte de la providencia amorosa de Dios en la vida. Y lo noto. Y quiero dar fe de ello, y escribirlo, y proclamarlo a los cuatro vientos. ¡Cuánto debemos querer a nuestras madres! «Tener fe es lo más importante», Y esa fe me dice que el amor no puede morir nunca. No es un simple y escurridizo recuerdo, un vago sentimiento donde se cobija la añoranza. Eres madre, la más inquieta quietud, la precisión de una voz que habita desde el pasado el milagro del futuro. Y la verdad es que tenemos ganas de volver a verte. Bien lo sabe, Ud. Señora María.. Y eso es algo que pesa. Un pesar que a veces sobrelleva el alma.
Y es que el hombre necesita de una madre. Incluso Dios quiso tener una, para escándalo de muchos y consuelo de todos. María virgen, Madre de Dios y Madre nuestra. ¡Qué grandeza! La divinidad se sujeta a la humanidad. En un gesto de amor tan elocuente como inagotable. En un gesto de humildad que nos salva.
Y Humildad era -y es- vuestro nombre María Caycho. Nunca sabremos agradecer bastante el cariño que brindó, el que educó el corazón en la felicidad de Cristo... Por eso. Bendita seas.
Bendita seas… tu que amaste a Quilmaná
Bendita seas… tu que ocultaste muchas veces tu tristeza o tu dolor para no preocupar a los tuyos…
Bendita seas… tu que soportaste estoicamente, los designios del destino…
Bendita seas, tu que nos enseñaste que para ser felices no debemos ambicionar lo que nos falta, sino valorar los dones que Dios nos entrega…
Bendita seas por siempre… Noble María…

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