07 octubre 2008

SALSA, SOL Y MAR...
Arriba El Telón...
Escribe: Percy Castañeda Arellano

¡Octubre, Mes Morado… Mes del Señor de los Milagros…!
Fue pintado por un negro mulato… En el barrio de Pachamamilla… La historia nos  cuenta que luego del terremoto del Siglo XVII, la única pared que quedó en pie, fue aquella en donde estaba pintada la imagen de Jesús Crucificado… 
Desde entonces nació la fe del pueblo limeño… Especialmente de la gente mestiza.. de los criollos y de los afrodescendientes… Así en medio de la devoción al “Señor de los Milagros”, Lima, tres veces coronada Ciudad de los Reyes… Llamada “Ciudad Jardín… fue creciendo.. Y, con ello la fe en Cristo Morado… Cada mes de Octubre, el pueblo salía a las calles para acompañar las sagradas andas de la imagen, fiel réplica de “Jesús Nazareno” pintado por un mulato… 
Así, de esta manera, se eleva y multiplica en todo el Perú, la fe en Cristo de Pachamamilla… Así, comienza la solidaridad… Comienzan las tradiciones… y nace el Turrón de Doña Pepa… En Cañete… Aquí la historia…

EL TURRON DE DOÑA PEPA...
Hace muchos años, en un paraje ubicado entre la Hacienda San Juan Capistrano (actual Centro Poblado La Quebrada), se ubicaba una de las familias de hacendados que habitaban la zona.. En ese lugar, vivía como parte de la servidumbre Doña Josefa Marmanillo (conocida popularmente como doña Pepa), una destacada cocinera al servicio de sus amos… 
Su trabajo incansable y su esfuerzo por contentar con sus preparados a sus patrones, acabó por granjearle el cariño y la consideración de todos… Fue así como, muchísimas veces cuando se trataba de fiestas de guardar o se trataba de alguna celebración especial, Josefa o “Doña Pepa” acudía –por especial encargo de su amo- a otras casas hacienda para cocinar o preparar los potajes… Fue en una de esas ocasiones en que es enviada a la zona de Imperial, en donde en virtud a sus virtuosidades culinarias, prepara la sabrosa Tuca, por primera vez en aquellos tiempos, con un suculento y exquisito sabor que fue la delicia de los comensales…. La fama de “Doña Pepa” siguió en aumento… Muy cristiana y muy devota, siempre rezaba antes de echarse a cocinar… 
Así, transcurría el tiempo… hasta que con el paso de los años, se le fue resquebrajando la salud… Las articulaciones en brazos y manos, sufrieron una parálisis que le fueron impidiendo realizar sus  labores cotidianas… Merced a ello y por el cariño que le tenían, la declararon “Negra liberta”… Es decir, seguía formando parte de la Hacienda… seguía viviendo en la casa de los patrones, pero ya no estaba obligada a los quehaceres del hogar habituales… Sin embargo, a ella le mortificaban los dolores…pero, algo muy grande llenaba su corazón… Era el amor a Cristo de Pachamamilla… Familiares y amigos… Vecinos y diversas personas que la visitaban le contaban de los Milagros que hacía el Cristo Morado… La esperanza tocó las fibras de su alma y su corazón… Sufría… Padecía casi con resignación… Pero, tenía fe… Sabía que se curaría… Creía firmemente en que algún día, volvería a trabajar… Volvería a sentir la libertad en sus manos y brazos… Su fuerza interior, le decía que así sería… 
Motivada e infundida de los milagros que hacía la imagen del Cristo de Pachamamilla, viajó hacia Lima… Quiso estar presente en la Procesión… En medio del enorme gentío que 
acompaña al Señor de Los Milagros, se convirtió en su feligresa… Su constante plegaria… Sus lágrimas y oraciones… Su fe en Cristo Jesús y esas andas llevadas en hombros, motivaron en ella, un gozo incontenible… Su grandiosa fe en el Señor de los Milagros, hizo que de rodillas, orara e implorara al Todopoderoso… Fue así que un rayo de luz divina… Un milagro… Tocó su pecho… Sintió que le impelían a mover los brazos y las manos… Fue una fuerza sobrenatural, la que hizo posible que las pudiera juntar… Y, lo hizo… Fue como si alguien, repitiera aquella escena en el Nuevo Testamento “Tu fe te ha salvado”… Josefa Marranillo, entonces cayó agradecida… Lloraba de alegría… Su inmensa gratitud no cabía en su alma… Acompañó la Procesión por todo el tiempo que duró esta… Y, entonces buscaba ahora la iluminación de Dios, para encontrar la demostración de su agradecimiento… Se obsesionó con ello… Volvió a Cañete… La gente conmovida  por el grandioso milagro ocurrido con “Doña Pepa” acudía a visitarla y dar gracias al Divino Señor… Pero, “Pepa” no estaba tranquila… Su devoción a medida que crecía le iba infundiendo mayor gratitud… hasta que en sueños, se vio envuelta cerca de la Iglesia de las Nazarenas, ofertando un  dulce…. Se veía con una enorme pieza de un manjar y que iba entregando en bloques de diversos tamaños… Los veía… Sí, a los fieles degustar esa delicia… Y, entonces vio en sueño que al lado de ese manjar, estaban una taza llena de almíbar de jugo de frutas… huevos… manteca… harina y anís… Es decir se la había revelado también los ingredientes.. Al día siguiente comenzó a elaborar el dulce… Fue una delicia… Encontró la mejor forma de llevarla hacia Lima sin que pudiera malograrse.. Quería que llegase íntegro… Así fue… Montada en una piara de  burros trasladó su exquisito y delicioso dulce, para ofrendarlo al “Nazareno”… Se apostó en la esquina cerca del templo en donde se guardaba celosamente la Imagen del Señor… En la salida, levantó la tabla en que cuidadosamente había puesto lo que ella llamó “Turrón”… Sus manos y brazos levantaron la ofrenda en gratitud… Los ojos llenos de un brillo singular, irradiaban su amor… desde entonces, todos los años, en medio de la muchedumbre que acompañaba la Procesión de Señor de los Milagros… Nuestra “Josefa Marmanillo”, se prodigaba para llegar con su ofrenda… Posteriormente, fueron sus hijos… Y, luego sus nietos.. Así, por más de trescientos años, EL TURRON DE DOÑA PEPA” viste de postres y colores… de dulces y amores.. Nuestro acrisolado mes morado… Así, Cañete con su negra mulata irradió de felicidad, la gratitud del pueblo afro, por este y muchos favores concedidos… Y, quien sabe… Quien sabe, el negro mulato que lo pintó, también haya llegado de Cañete… 

Y bajamos el telón…
Nos vamos con Debbie Allison… Cuídense que los estoy chequeando con mis lentes de contacto.

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