06 noviembre 2010

NELSON CHUI PRETENDE OCULTAR ACTOS DE CORRUPCIÓN COMETIDOS EN SU GOBIERNO

Para nadie es un secreto la millonaria campaña de difamación contra Javier Alvarado, desatada por el reeleccionista Nelson Chui a través de los medios de comunicación de las provincias de Lima.
A estas alturas del proceso electoral (que en realidad aún no se inicia oficialmente por la ineficiencia de los JEE y de la ONPE) podríamos afirmar que el 90% de la programación radial y televisiva de las provincias de Huaura, Huaral, Barranca y Cañete, así como los medios escritos y electrónicos (blogs y webs) han sido comprados por Chui en su desesperado intento por aferrarse al poder y seguir manejando a la Región con la sensualidad e irresponsabilidad que lo han caracterizado. Todas las baterías están enfiladas contra Javier Alvarado. Los improperios que se difunden suceden cada hora, cada minuto, saturando de «denuncias» contra el líder del torito cuya imagen crece cada día, recibiendo adhesiones en cada pueblo que visita.
Mientras Alvarado plantea un debate sobre planes de gobierno, sobre el tema de la sede regional, sobre la corrupción, sobre las obras inconclusas y las que nunca se ejecutaron, sobre su incapacidad de gasto, Chui simplemente rehúye y dice temerariamente que «no hay tiempo para debates». Temerario, porque quien no acepta el debate no está practicando la democracia.
Pero Chui ha cometido un grave error y sus asesores, que ganan millonadas por un pésimo servicio, no se dan cuenta. Pensaron que comprando la televisión compraba las miradas del pueblo y comprando las radioemisoras, sus voces. Se equivocó, las obras mal hechas, el abandono de los pueblos, la contaminación asesina que se ve en la misma capital huachana, esas cosas que al pueblo le gustaría cambiar, no se pueden maquillar.
Y así como la gestión ineficiente de Nelson Chui al frente del gobierno regional salta a la vista de todo el mundo, sus actos de corrupción son conocidos por todos. Basta recordar su nepotismo entrañable padre – hijo, que nos deja perplejos por la forma grotesca como ensuciaron la confianza del pueblo que lo eligió.
Lo dijo Alvarado, «es un honor ser elegido, por eso debe ser un honor servir al pueblo». Estos nuevos conceptos de servicio a la población, de eficiencia cronométrica en la ejecución de obras, de rendir cuentas periódicamente con asambleas públicas en las principales plazas, su preocupación por dotar de servicios básicos, agua, desague y luz, antes que gastar en farolas o jardines, su convicción que sólo la educación salvará al Perú, esos conceptos, no le entran en la cabeza a Chui ni a sus asesores porque sus pretensiones son diferentes.
«La pobreza es una circunstancia y no un destino, una circunstancia que se podrá revertir de una sola manera: educando al pueblo». Esta frase pertenece a Javier Alvarado, y lo machaca todos los días y a cada rato. Mientras que en las radios, diarios y televisión lo siguen acusando de terrorista, comunista, divisionista, delincuente, etc., etc., Alvarado sigue enarbolando sus banderas de Honor, Lealtad y Firmeza, y sigue construyendo un gran movimiento de personas comprometidas con el cambio.
Por eso, mientras las huestes del reeleccionista Chui trabajan por dinero, los seguidores de Alvarado crecen día a día trabajando con mística y por amor a la Patria. Los resultados se sabrán al final del camino. El destino de la Región está ahora en manos de aquellos que con justa razón dejaron de creer en los políticos, es tiempo que recobren la fe, que vuelvan su mirada hacia adelante y miren el futuro con una esperanza de progreso. Es tiempo de cambiar.

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