12 enero 2011

DAMNIFICADOS DEL TERREMOTO QUE ESTAN EN LOS MOLLES... PASARON A SER LOS DAMNIFICADOS DEL INCENDIO... Y CLAMAN POR MAS AYUDA...

Carlos Contreras C.
La pena en sus rostros reflejaba lo que era evidente: otra vez lo habían perdido todo. La única diferencia era que en esta ocasión no fue un terremoto sino un incendio el que ante sus ojos consumió sus humildes moradas de paja y maderas.
Todo lo demás es igual. Sus pobres niños no tienen qué comer y sufren de enfermedades a la piel por culpa del polvo con el que están en contacto directo.
Eso es lo que más les duele a las 80 familias que hoy otras vez llevan sobre sus hombros un indeseable sobrenombre: damnificados.
Y, mientras remueven las cenizas de lo que fue su vida, con indignación sostienen que están hartos de escuchar promesas que no se cumplirán jamás.
Resulta que después de ocurrido el terremoto del 2007 ellos no recibieron ningún apoyo del gobierno central.
A pesar de ello, insisten y su única petición es poder vivir dignamente, como personas.
Esta es la penosa y lamentable situación en la que viven –o mejor dicho, sobreviven– 123 pobladores del distrito de Imperial, en la provincia limeña de Cañete.
Exactamente en el asentamiento humano Los Molles. El sábado lo perdieron todo nuevamente y por eso se ven obligados a compartir una gran olla común. «No hay qué comer.
Mis hijos no tienen ropa que ponerse. Sus sandalias están rotas. Lo hemos perdido todo en el incendio. Queremos apoyo», contó la damnificada Yovana Huacho Carbajal (36).
En una zona arqueológica
Así como Yovana, el resto es consciente de que viven sobre una zona arqueológica y que si las autoridades se lo piden deberán salir y colocar sus esteras en otro lugar.
Pero resulta que este lugar iba a ser momentáneo, ya que existía la promesa (una más) de lugar estable; sin embargo, todo –como siempre– pasó al olvido.
«Tengo tres niños y quiero que vivan dignamente», reclamó Eliot Gutiérrez, un poblador que reconstruía su humilde morada con esteras, palos y triplay, consciente de que eso tal vez no suceda.
A su turno, Luisa Ureta Arroyo (68), con lágrimas en los ojos, se preguntó por qué existe tanta desigualdad en el Perú y contó que a diario gasta tres soles en agua y a su edad tiene que cargar pesados baldes para poder asearse y cocinar un caldo.

REUBICACION
¿Por qué esta gente se encuentra sobre una zona arqueológica? El actual alcalde de Imperial, Eddy César del Mazo Tello, sostuvo que fue la gestión anterior la que autorizó que los damnificados vivan en ese lugar y en esas condiciones, por lo que propuso trasladarlos a una zona ubicada a dos kilómetros de la ciudad de Imperial.
Pero ellos, los damnificados, no aceptaron la propuesta municipal. «Nos sentimos humillados. En los tres años, después del terremoto, no hemos recibido ningún apoyo. Seguimos siendo damnificados», comentó Stein Huamán Casas, vicepresidente del lugar denominado AH Los Molles de Imperial.
El problema del agua y el apoyo brindado
Al no contar con servicio de agua y alcantarillado, los damnificados gastan mensualmente un aproximado de 90 soles por el consumo de agua.
El balde de agua lo compran a 10 céntimos cada uno. Al día llevan en promedio unos ocho baldes. Sin embargo, el problema está en el traslado. Las mototaxis les cobran dos soles.
Al final el gasto diario es de tres soles.Además los pobladores tienen que caminar hasta la ciudad (seis cuadras) para comprar el preciado y costoso líquido vital.
Después de ocurrido el incendio, el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) envió más de cuatro toneladas de ayuda humanitaria a los afectados por el incendio en Cañete.
El donativo consistió en 510 unidades de calamina corrugada, 123 colchones de espuma, 34 baldes de agua de 15 litros cada uno, 71 camas plegables, además de 340 unidades de madera triplay lupuna y esteras.

NO QUISIERON QUE LOS TRASLADASEN A OTRO LUGAR...
La verdad de todo esto, como han reconocido algunos moradores, es que este grupo de damnificados decidieron en conjunto permanecer con todas las inclemencias que señalan, en el interior del Estadio Oscar Ramos Cabieses, que dista a un par de cuadras del Mercado de Chocos, antes que trasladarse a un lugar que reunía y reune mejores condiciones para habitar, pero que esta alejado del centro de la ciudad.
No queremos pensar que esperaban ser reubicados en un lugar céntrico... por otro lado, el hecho de que vayan a un lugar distante, no es para avergonzarse, ni para sentirse humillados... Es la ayuda que llega, y como tal hay que recibirla de la mejor manera.
Mucha de la gente que en un momento llegó a este lugar, tenían viviendas, y lo que buscaban era integrar este grupo con la finalidad de
poder acceder a una vivienda como se pretendía oorgar a estos damnificados.
Hoy, en el lugar ya no está ese grupo de damnificados, poco a poco se han ido quedando los que en verdad tienen necesidades... quizás ahora las condiciones para una reubicación estén dadas. Es cuestión de planetarlas y lograr que se cumpla.
Lo que si es evidente, es que el coloso del Oscar Ramos Cabieses, no puede ni debe ser utilizado como viviendas transitorias... es hora de encontrar una solución definitiva para estas familias.

No hay comentarios.: