Escribe: Wilfredo Cayllahua León
Nuestra provincia apaga hoy sus 456 velitas de fundación. Fue el Rey Carlos V de España, quien por orden expresa, crea un 30 de Agosto de 1556 la «Villa de Santa María» de Cañete.
Si bien es cierto que la fiesta pasa desapercibida, insípida, falto de organización y carente de criterio, sin embargo, no es óbice para rememorar el nacimiento de Cañete.
En adelante debemos marcar la diferencia, de lo que es una «fundación española» y una «creación política», hechos históricos distintos que se dieron este «valle bendito».
No debemos caer en crasos errores como la Comisión Semana de Cañete 2012 que en una clara muestra de desconocimiento, pusieron un banner en la puerta principal de ingreso que se lee: «456 años de la provincia de Cañete», generando caos y confusión.
En fin, «cada loco con su problema», dijo alguien. Pero, este nuevo aniversario debe servir para que nuestras autoridades se preocupen más por nuestra identidad y no cometan «más locuras».
Si no conocemos el aspecto histórico de nuestra provincia, difícilmente podremos tener una identidad para hacer frente al resto de los pueblos que nos apuntalan.
Es tiempo de abrir paso para buscar el desarrollo y progreso, dejando de lado los protagonismos baratos y las poses para las fotos que son los que abundan hoy en día.
Hablar de Cañete, es conocer que el Fraile franciscano Juan de Aguilera fue quien dio la bendición en «Coaldas» para edificar la «Villa de Santa María» de Cañete.
Es recordar a grandes personajes como Hipólito Unanue, Juan de Arona, Enrique Verástegui, Luis Quispe Cama… etc. verdaderos genios en el mundo literario.
Es saber que somos sinónimo de Carlos «Caitro» Soto, Ronaldo Campos, Jhony Al, Álvaro Morales, Susana Baca, Martha Panchano y muchos otros que pasearon su canto y arte afroperuano por el mundo.
Decir que «soy de Cañete», es abrir el pecho y al mundo gritar: «Tierra de «Lolo» Fernández, Héctor Chumpitaz, Rafael Asca, «Walter Ormeño», Herminio «Chayja» Campos, Camilo Bravo… hombres que dieron lauros al balompié inca.
Ser cañetano es defender su riqueza marina, sus paradisíacas playas, su «frontera viva», su maravilloso río, sus monumentos históricos y restos arqueológicos, y desenterrar el «Jaqaru» para conocer el presente.
Vivir en Cañete, es saber que «Chuquimanco» no tuvo miedo al «revolvedor del mundo» Inca Pachacútec para defender el valle del «guarco», postergando su conquista por cuatro años.
Se cañetano, es conocer los encarnizados enfrentamientos entre chinos y afros provocados por los hacendados a cambio de la «mano de obra barata», al más puro estilo de los «filipinos».
Es saber, cómo los «montoneros» cañetanos sin contar con municiones, volvían dementes a los soldados del poderoso ejército invasor chileno que a gritos pedían a su gobierno que «cesen la guerra».
Esto, es sólo un rasguño de Cañete, Nos faltarían hojas para seguir escribiendo. Pero, es un compromiso para continuar en la brega incendiando la pradera del conocimiento para encontrar «nuestra identidad».
En estos 456 años de fundación el «Canto a Cañete» de «Caitro» debe sonar en todos los rincones de nuestra provincia, acompañado del sonido de sus cajones y desterrando a todos los «inquilinos» de los estamentos públicos que denigran a nuestra provincia en complicidad de unos cuantos pillos.
¡Canto a Cañete… Sí, señor! ¡’Asalto a Cañete… No señor!
¡Feliz 456 aniversario… «Villa de Santa María de Cañete!
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