15 octubre 2012

EL SUEÑO PERUANO

POR: ALFONSO BAELLA HERRERA

Terminó otra temporada del programa «Yo Soy» de Frecuencia Latina y esta vez premió a un taxista de 50 años de nombre Roberto Pereda Marchena por su imitación a «Julio Iglesias».
Los 25 mil dólares obtenidos los destinará a terminar su casa y pintar su auto. Pereda ha dicho además que seguirá trabajando de taxista. «A todos les aconsejo que luchen por sus sueños porque los sueños sí se cumplen» afirmó este insigne trujillano. Algunas semanas antes un capitán de la Policía Nacional de 42 años, Italo Faijó Briceño, había ganado también pero imitando a «Joe Arroyo». Faijó pagará, con el premio, la educación de sus hijos. «El Perú va a cambiar cuando tenga personas como nosotros» fue su reflexión.
No ha sido suerte sino tenacidad; no fue el azar sino la perseverancia; no se los regaló nadie porque presentación tras presentación mejoraron hasta conseguir el triunfo. Estos dos casos muestran dos cosas sobre las que es oportuna una reflexión mayor.
En primer lugar, aunque lo hayamos escuchado mil veces siempre es bueno hacerlo una vez más: no hay éxito sin sacrificio; no es la suerte sino el empeño y, no es el albur sino la determinación lo que construye las grandes realizaciones. Por lo tanto pensar, planificar y ejecutar siempre asegura, en mayor medida, la oportunidad de acercarnos al objetivo, cualquiera sea este.
En segundo lugar y más importante es el hecho que ambos ganadores hablan de deseos trascendentales. El taxista de su propiedad y de la mejora de su herramienta de trabajo; y el policía de la educación de sus hijos. La propiedad, el trabajo y la educación, puestos como la expresión del sueño, estoy seguro, de la mayoría de peruanos.
La televisión, criticada y en debate tantas veces y con razón, ha sido esta vez vehículo para exaltar competencias como esta y traernos resultados que sacan lo bueno, que muestran lo noble y, en verdad, nos regocijan porque esos dos hombres, no más que un policía y un taxista, nos recuerdan lo realmente importante en la vida.
Es muy posible que ese sueño peruano, representado de alguna forma en ambos anhelos, sea para muchos también casa, trabajo y educación. Será bueno no olvidarlo y trabajar planificadamente y sin descanso para hacerlo realidad. Un país no lo cambian los gobernantes, lo cambia la gente que decide convertir, a pesar de todo, sus sueños en realidad. Allí están los simples pero contundentes ejemplos de Pereda y Faijó para que no lo olvidemos.

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