Quienes tenemos cuentas en las redes sociales, entre ellas facebook, hemos visto en los últimos días ataques enconados en contra de comunicadores sociales de Cañete a quienes se les acusa entre otros desatinos - sin ser eufemistas - de ser unos reverendos mermeleros. Si se tiene razón o no para endilgar tales apelativos a algunos personajes de la comunicación no es el momento de discutirlo.
Pero veamos algunos conceptos. Quedó claro que:
La objetividad periodística es más que nada un ideal. A dos personas testigos de un mismo hecho relatan el mismo de manera diferente.
El periodista responsable tiene -o debe tener- sustento para cada afirmación de sus notas y no basarse sólo en subjetividades.
Sin embargo aquí se omite una y otra vez un tercer factor que haría que la comunicación sea realmente objetiva: el del lector crítico: Si el ciudadano no aprende a valorar la noticia, comprendiendo primero el tema de la objetividad y subjetividad, pero a la vez alerta por el hecho de que la nota no tenga más que juicios de valor sin sustento tangible, entonces podrá ser manipulado para uno u otro fin.
Sí, en efecto, el periodista debe ser responsable pero el oyente/lector/radioescucha/internauta también debe ser un duro crítico de lo que se le informa. No aceptar a rajatabla si algún comunicador le repite una y otra vez por ejemplo que una autoridad es la última reserva moral de tangamandapio o si el presidente del más allá le dice que está trabajando.
Sólo con oyentes/lectores/radioescuchas/internautas que no se crean todo lo que les diga ya no será tan escandaloso descubrir la debilidad pecuniaria de un seudo periodista en Cañete.
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