16 agosto 2013

16 DE AGOSTO… ¡DÍA DE LA HEROICIDAD CAÑETANA!

Escribe Luis Quispe Cama

El día 16 de agosto de 1882, el ejército invasor chileno acampado en Hualcará. El oficial Jarpa al tener conocimiento que en Ungará, un grupo de Montoneros gestaba un ataque sorpresivo a su campamento, éste planificó abatirlo sin ser visto y para tal acto desplazó una columna de un centenar de soldados fuertemente armados con fusiles, sables, bayonetas y un cañón Krup.
El desplazamiento fue de madrugada por el ala derecha de Cerro Panto y a la altura de lo que es hoy el poblado de La Florida, treparon los cerros y a la altura frente a la fortaleza de Ungará, los chilenos posesionaron su cañón y en horas de medio día.
El comandante Jarpa al conocer que los patriotas peruanos se encontraban a orillas del río almorzando, éste ordenó atacarlos con disparos de cañón, mientras sus tropas asaltaban la ranchería de Ungará, destrozando las viviendas, matando los animales domésticos y la violación a las mujeres.
En tanto los patriotas pudieron lidiar los más de 20 disparos de cañón y luego orillaron el río hasta la altura de Montejato con el fin de cruzar el arroyo y acampar en Cerro Palo con la esperanza de que en cualquier momento llegarían las armas prometidas para hacer frente al enemigo.
Cuando sorpresivamente la señora Ceferina denunciaba ante el comandante José Gutiérrez, las atrocidades cometidas por los invasores y el asesinato de la Señora Rosa.
Ese hecho cobarde, indignó al jefe patriota y luego expresó; “Compatriotas ya no solo hostigaremos a esos malditos, los enfrentaremos, demostrándole que somos peruanos que amamos nuestra patria en libertad.
El lema del escudo chileno –por la razón o la fuerza– permite a su ejército, todo acto despreciable. A la sombra de esta inscripción, cometen hostilidad que horrorizan”,
Luego ahondó: Hoy que el empuje de nuestros hermanos del centro, ha hecho retroceder al enemigo desde la sierra hasta la ocupada Lima. Hoy que después de tres años de lucha titánica, comienza a penumbrar la estrella de Chile. Los chilenos se sienten invadido por el pánico, buscan desesperadamente que se acabe esta guerra y para deponer las armas cometen atrocidades. Pero, aquí en esta tierra, en esta ribera de un pasado de gloria liderado por Chuquimanco, seguiremos su ejemplo y, aquí en este mismo escenario de conflagración, dejaremos escrito el valor del alma peruana hasta rendir la vida evitando llegar a un tratado ignominioso con esta nación que pisotean los valores de la hermandad americana”.
En esos momentos, el ejército chileno retornaba después de sus hechos criminales, a su base en Hualcará y a la altura de la comarca de Montejato, en el atardecer de ese día 16 de agosto ante un cruel invierno, con lluvias y neblina que no permitían la visión clara del desplazamiento del enemigo, el comandante José Gutiérrrez dijo a sus 80 dirigidos: ¡Al ataque!. Los peruanos atacaron la vanguardia enemiga. Pero, su retaguardia quien se desplaza alejado de los primeros, tuvo tiempo para posesionar sus armas y atacar a los patriotas peruanos.
El comandante patriota, volvió a expresar:
“Sólo nos falta los fusiles prometidos que nos enviarán desde Arequipa, armas que nunca llegaron. ¡Oh patria del corazón…! por ti hasta derramar mi última gota de sangre, como lo están haciendo mis valientes hermanos”.
¡Adelante hasta el final ¡
Luego batalló hasta que una bala perforó su corazón.
La porfía de su más elevado patriotismo y de sus guerrilleros, no le permitió rendirse, sino morir luchando por nuestra soberanía, en esa comarca denominada Montejato de la provincia de Cañete, más de medio centenar de patriotas entregaron su vida por nuestra libertad.
¡Qué derrota más gloriosa. Qué brillante heroísmo de esos mártires. Esa sangre derramada, es un libro escrito con tinta de sangre que permanece en Montejato y que las generaciones abrirán sus páginas con asombro.
¡Gracias héroes por su holocausto!.

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