26 marzo 2013

¿NEGLIGENCIA U OMISIÓN?

Escribe: Ruth García V.

Con el pasar de los años se enseñó que las niñas, los niños y los adolescentes tienen derechos que no pueden ser vulnerados, sobre todo si se tienen en consideración el interés superior del niño o de la niña, pero que sucede cuando una autoridad, conocedora de estos derechos por negligencia u omisión no contempla el bienestar de un niño o niña. Ustedes dirán ¿qué pasó?, ¿de qué estoy hablando?, ¿dónde sucedió este hecho?, ¿me involucra o afecta?
En algún momento de sus vidas probablemente han estado implicados en denuncias, juicios, declaraciones sea por haber sido directamente personas agraviadas o tuvieron la oportunidad para buena o mala suerte de presenciar un delito. En este caso en particular, vamos a hablar de una pequeña de ocho años que fue testigo de una agresión sexual y fue invitada a dar su declaración en el Penal Cantera como parte del juicio. Como toda niña o niño que va y ve un lugar con rejas, paredes grandes, cercos eléctricos a lo alto de las mallas de rejas o en las paredes, muestra temor y susto, e interroga quiénes están ahí o por qué están en ese lugar. La niña no fue la excepción; ustedes se preguntarán por qué no fue a la Corte de Justicia; la respuesta es porque el presunto agresor estaba preso en ese lugar. Bueno, retomemos lo que pasó con la niña, ese día dio su declaración ante el juez, el fiscal, la secretaria del juez, la abogada defensora y la psicóloga, para su corta edad lo hizo muy bien, respondió a las preguntas de las autoridades, aunque por un instante lloró cuando mencionó específicamente la agresión de la víctima, pero se repuso. La felicitaron por la valentía en su declaración, ella se sintió aliviada porque pensó que ya había cumplido con su deber y nunca más iba a retornar a ese lugar, y mucho menos volver a narrar algo tan desagradable. Inició su proceso de recuperación emocional junto a la víctima, la familia por su cuenta esperaba el resultado de la Corte. Sin embargo, el día de la lectura de fallo después de los alegatos de cierre el juez se da cuenta que los testigos del imputado o presunto agresor no habían declarado, teniendo que anular el juicio y volver a empezar este de nuevo. Es decir, la niña testigo de ocho años tendría que volver a declarar, imagínense la respuesta de la familia y de la niña ante este hecho. No sólo había negación a querer colaborar con la justicia sino que los miedos, temores y sustos volvieron a recrudecer. ¿Cómo podríamos llamar a esta situación, negligencia u omisión?
Ustedes dirán por qué o para qué escribo esto, mi respuesta es simple… para reflexionar y prevenir, ya que para ninguna persona adulta es fácil o agradable dar una declaración en un juicio, mucho menos lo es para un niño o niña y si nosotras como personas adultas y con todas nuestras facultades no respaldamos o protegemos a nuestra niñez quien lo hará. Si por ahí alguna autoridad por omisión, negligencia o estrés se olvide de verificar antes que se acabe con las declaraciones de los y las testigos se podría volver a estar incurriendo en el mismo error, así que como ciudadanos y ciudadanas debemos estar alertas y atentos para que no se revivan episodios desagradables y así prevengamos aumentar la revictimización y malestar emocional en nuestra niñez cañetana.

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