28 noviembre 2012

UN ANÁLISIS ECONÓMICO DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER EN CAÑETE


Ayer martes 27 de noviembre, se desarrolló en la ciudad de San Vicente, la I Audiencia Descentralizada de la Comisión de la Mujer del Congreso de la República, que preside la congresista Aurelia Tan de Inafuko, con el tema «protección legal contra la violencia familiar».
En el transcurso de la semana se realizarán otras importantes actividades, con un liderazgo meritorio de nobles mujeres y la coordinación de Rossmery Benito, quien continúa el empuje que conociera de su antecesora Betty Hernández. Durante el evento, llamó mi atención dos registros alarmantes: i) En el año 2011, Cañete fue la provincia a nivel regional con mayor presencia de adolescentes embarazadas; ii) Si en el año 2009 se dieron 164 denuncias fiscales por violencia familiar, la cifra a octubre de 2012 se incrementó a 1824 (más del 1000%).
Pese a estas escalofriantes cifras, hasta el día de hoy, esta actividad o programa suele ser aburrido o tedioso para muchos, dado que no han comprendido la magnitud del problema, que en mi percepción no sólo debe ser analizado desde una índole social o familiar, sino desde un punto de vista económico.
En primer lugar, luchar contra la violencia hacia la mujer, genera un gravoso costo al Estado. Con el incremento registrado en Cañete, imaginan ustedes, cuánto ahorraría el país, si este flagelo se redujera. Cuánto se pierde en hacer inversión pública que requieren los pueblos, por no tomar este tema en serio.
En segundo lugar, el machismo enraizado en miles de hogares cañetanos imposibilitan a la mujer el buscar un sustento diario; en buen romance, los hombres no les permiten trabajar porque consideran «una obligación moral» que la mujer deba quedarse en casa, pues atribuyen que la mujer no sirve para el trabajo.
Si esos miles de hombres abandonaran esa estúpida idea, imaginan ¿cuántos hogares con pocos ingresos mejorarían su situación económica si la «compañera de casa» contribuyese con sus ganas de laborar? Muchos hogares cañetanos dejarían ser pobres y el asistencialismo estatal se reduciría, con ello el Estado podría invertir en obras básicas que requieren los pueblos emergentes.
En tercer lugar, nadie debe ser ajeno a la violencia contra la mujer. Lamentablemente la idiosincrasia provinciana ha legado durante décadas frases como «no te metas en problemas ajenos», o «deja que en pareja resuelvan sus cosas».
Tal desinterés social no repara en el hecho, que los hijos que viven en ambiente de violencia familiar, crecen resentidos de sus principales «referentes paternales», no asocian valores, y como consecuencia de ello, se va germinando una generación proclive a actos delincuenciales.
¿Cuánto economizaríamos como sociedad si abandonamos el desinterés por un problema sanitario como lo es la violencia hacia la mujer? Como sociedad ahorraríamos mucho, podrían reducirse los índices de criminalidad, y le daríamos al Estado «otro espacio» para invertir en otros temas necesarios para la comunidad, por ejemplo invertir en educación o salud.
Ahora comprenderán por qué debe ser importante, que apostemos por luchar contra la violencia hacia la mujer. Los medios de comunicación no pueden ser ajenos a ello. ¿Usted apoyará?

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