16 febrero 2013

HABRA LLEGADO LA HORA DEL PAPA LATINOAMERICANO

Norberto Rivera es el cardenal estrella mexicano.
La papa es la parábola. El tubérculo andino llegó a España luego de la conquista del Incanato.
En 1565 Felipe II envió unos ejemplares de la planta al pontífice Pío IV, que se encontraba enfermo.
Parece que no le sirvieron porque se murió el mismo año. Pero alcanzó a comparar la peruanita papa a una trufa. Tartuffoli en alemán y luego tartoffel y al final kartoffel.
Luego, en los 1700, Federico II de Prusia ordenó sembrar los prados con la novedad. Servía de alimento para los animales, de base para un licor, almidón para reforzar textiles y pegamento de alfombras.
Por decreto real, solo la comería el estrato social más bajo.
Federico fue el gran impulsor de la patata en la cultura alemana, la tierra de Joseph Ratzinger, pero mientras estuvo en la tierra no se llevó a la boca una sola.
Luego sería el alimento que entró a tallar en la hambruna irlandesa de mediados del siglo XIX y en la catástrofe de la Guerra Civil Española, cien años más tarde.
El Perú en azul intenso tiene a casi 90% de su población católica, el número 16 en el mundo según porcentaje relativo de feligreses.
También llegó al rescate de los campesinos italianos en 1880, cuando los dueños de los molinos, sobrevivientes del régimen feudal, encarecieron el precio del trigo con el que se hacían los gnocchi, cocinados desde el renacimiento. Y el sustituto quedó.
América terminó por salvar a Europa y ahora podría hacer lo propio con su religión.

La Mitad de Creyentes
El británico Philip Jenkins es un autor y distinguido profesor de Estudios Religiosos de la Universidad de Pensilvania. 
Enterado de la renuncia de Benedicto XVI, Jenkins no titubeó:
«Si yo invirtiera los esfuerzos de la Iglesia, pondría a América Latina arriba en la lista, para evitar una segunda Europa».
El viejo continente es el centro del catolicismo y el enclave Vaticano, su corazón. 
Pero es en esta parte del mundo donde se concentran casi la mitad de los creyentes de todo el mundo.
Según la CIA –sí, la agencia gringa– hay más de 520 millones de católicos en América Latina, lo que se aproxima al 60% de su población total.
Esto frente a los 280 millones de católicos europeos, que representan a menos del 27% del continente.
Jenkins explica que «el cristianismo se encuentra en caída libre en países antes católicos».
Agencia de apuestas Paddy Power la «chuntó» en 2005 y ahora se despunta canadiense Ouellet.
Tiene razón. La influencia de la Iglesia es cada vez más irrelevante en países donde la separación secular se grabó en piedra durante los últimos tiempos. 

Para muestra, un condón.
Está la otrora piadosa España, con su tasa de natalidad entre las más bajas del mundo.
Y qué decir de la paradoja polaca, tierra de Juan Pablo II y uno de los pocos países con seminarios llenos, donde nacen aún menos bebés.
En el Perú, mientras tanto, no puede aprobarse un protocolo de aborto terapéutico –que es una figura legal desde hace más de 80 años– por presión directa de la Iglesia.
Aquí la curia hace sentir su influencia a pesar del embate de nuevas denominaciones evangélicas.
¿Por qué profetizar sobre el famoso primer Papa negro cuando África solo alberga al 12% de fieles?
¿Por qué no actuar con un criterio más estratégico y descentralizar el poder romano a las tierras de las procesiones?.
Si de los Andes nació la papa, hoy se sigue viviendo con fervor multitud de fiestas que emocionarían al mismo Papa.
La Circuncisión del Señor en Ayacucho, la Virgen de la Candelaria en Puno, el Señor de los Temblores en Cusco, el Señor de Muruhuay en Junín, la Virgen de Chapi en Arequipa, la Virgen del Carmen en Paucartambo, el Señor De Ayabaca en la sierra piurana, la Virgen de la Puerta en Otuzco y un largo etcétera repartido en la costa y la Amazonía.
El santoral peruano es de peso. Tenemos cinco santos con Santa Rosa y San Martín a la cabeza, además de 18 siervos y beatos.
Apenas México nos gana en la baraja, pero solo porque la Guerra Cristera dejó 25 mártires santificados.
Ahí, entre 1926 y 1929, las milicias católicas se enfrentaron al gobierno de Plutarco Elías Calle, de la mera mera revolución que le quitó hasta la personería jurídica a la Iglesia.
Tampoco vale la pena picarse. La carta papable del D.F., el Arzobispo Norberto Rivera, tiene total pinta de ser el párroco de Andahuaylillas, la Capilla Sixtina del Ombligo del Mundo.

Quién Da Más
América Latina tiene actualmente otros 18 cardenales «electores».
Son aquellos que tienen menos de 80 años y que se reunirán en la quincena de marzo para votar y anunciar su decisión con la milenaria señal del humo blanco despedido de la Capilla Sixtina.
Brasil tiene 5 y México, 3. Son los dos países con más católicos en el globo. Argentina cuenta con dos electores.
Privados aquí de la discusión pública que anticipa el soplo de los vientos políticos, al periodismo no le queda otra que recurrir al método más riguroso para filtrarse en los cerrados conspiratorios vaticanos.

Pasemos a las apuestas.
El 17 de agosto de 2005, un día antes de la elección de Joseph Ratzinger, la agencia británica Paddy Power lo emplazó como el favorito con posibilidades de 3 a 1.
Ahora, las timbas iniciales registradas en Paddy Power tienen al canadiense Marc Ouellet a la cabeza de la lista, con chances de 7 a 2.
Ouellet vivió en varios puntos de América del Sur y pasó una buena temporada en Colombia.
Le sigue Peter Turkson de Ghana (4/1), el voceado arzobispo de Milán Angelo Scola (4/1), el poderoso y actual número dos Tarcisio Bertone (11/2).
El latinoamericano de nombre más pronunciado es el del bonaerense Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales y consejero de la Comisión Pontificia para América Latina que ha sido parte del círculo más cercano de los dos últimos pontífices (10/1).
También suena fuerte como papabile  Odilio Pedro Scherer (63), arzobispo de Sao Paulo (12/1).
El hondureño Óscar Rodríguez tampoco está mal parado (12/1).
Nuestro Juan Luis Cipriani se encuentra en el puesto 21 (40/1), seis puestos después del mexicano Rivera (33/1).
Pero de ahí hay que confrontarse con la realidad eurocéntrica del Colegio Cardenalicio.
Son 62 los electores europeos. Hay 14 norteamericanos, 11 africanos, 11 asiáticos y un australiano.

Doctrina en Juego
El reparto geográfico nos lleva al doctrinario.
Benedicto XVI ha designado a 67 de los 118 electores. Y casi todo el resto ocupó su puesto en el de Juan Pablo II.
Ha venido quedando bastante establecido que el alemán, aunque mucho menos carismático, ha seguido la huella del polaco.
Y es un círculo que se cierra, pues Ratzinger fue el inquisidor de Wojtyla.
En un símil neocon, el beato Juan Pablo II sería Reagan y su sucesor, Bush padre.
Fallecido el querido «Papa viajero», el escritor religioso estadounidense Tomas Cahill publicó en The Guardian el balance de su gobierno:
«Para haber sido nombrado obispo, el sacerdote debe haber estado totalmente en contra de la masturbación, el sexo premarital, control de la natalidad (incluidos los condones usados para prevenir el avance del SIDA), aborto, divorcio, relaciones homosexuales, matrimonio sacerdotal, sacerdocio femenino y cualquier traza de marxismo».
Su conclusión fue implacable.
«Es casi imposible encontrar hombres que suscriban honestamente por completo este catálogo de certidumbres; como resultado los rangos del episcopado están llenos de aduladores inescrupulosos e incompetentes intelectuales».
La perspectiva es muy distinta en la orilla favorable a Ratzinger, a quien le reconocen continuar la guerra contra el relativismo emprendida por su predecesor.
Más que promover un simplón conservadurismo, en ese orden de ideas, el Papa aclaró las reglas de juego.
La supuesta confusión se origina en el espíritu del Concilio Vaticano II, que el año pasado cumplió medio siglo y a partir del cual se escribe la narrativa del catolicismo contemporáneo, tanto por su ola expansiva como por los esfuerzos para revertirla.
Ratzinger se inscribió en el ala progresista del Concilio, pero esta se dividiría rápidamente en dos.
El aggiornamiento impulsaba una iglesia de apertura a la modernidad.
De otro lado, la corriente del ressourcement –por su nombre en francés– proponía el redescubrimiento de las fuentes: las escrituras y los padres fundadores.
Ahí se matriculó el joven teólogo alemán.
En ese contexto su trayectoria posterior se hace todavía más interesante. Como prefecto de la Congregación de la Fe de Juan Pablo II le ajustó las clavijas a Gustavo Gutiérrez, el padre peruano de la Teología de la Liberación, hasta que su obra fue declarada potable con la ortodoxia (CARETAS 2254).
Ya entonces el Papa hacía todo lo posible por volver a las raíces. (Enrique Chávez)

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