19 junio 2013

NADIE CONFÍA EN EL DIRECTOR DE LA UGEL DE CAÑETE… ¡SÓLO JAVIER ALVARADO!

Los continuos robos a la Unidad de Gestión Educativa Local de Cañete (UGEL N° 08) y el silencio en el que se envuelve el encargado  de la Dirección, José Caico Fernández, está generando una serie de suspicacias entre un importante sector de la Cuna y Capital del Arte Negro. 
Los supuestos delincuentes que han ingresado a la mencionada institución no han dejado huella contra el alicaído patrimonio del establecimiento del sector educación en la zona sur de Lima provincias.
Según los últimos registros, con lo acontecido en la madrugada del lunes 17 de junio, sería la tercera desaparición de las herramientas tecnológicas.
Propios y extraños cuestionaron que el auto protegido del Presidente del Gobierno Regional de Lima (GORE LIMA), Javier Alvarado González del Valle, este asumiendo estos hechos con un debatible hermetismo.
Desde el interior de la UGEL N° 08 se cuestionó que su Director encargado,  además de ocupar el cargo sin el perfil requerido legalmente, poco o nada le interese custodiar el patrimonio de la institución que lo abriga temporalmente.
Decenas de trabajadores bajo las órdenes de Caico Fernández, prefiriendo quedar en el anonimato por temor a las represalias, revelaron que el  discutido funcionario hace continuo alarde de su proximidad con la autoridad regional.
«El presidente me mantendrá en el cargo porque quiere a la gente joven», es lo que continuamente expresa, dijeron desde los pasillos de las distintas áreas de la UGEL de Cañete.
Los usuarios de la atacada entidad por la delincuencia, dudaron que el Presidente Regional de Lima, fomente el secretismo ante el robo descarado que se vive en la UGEL 08 de Cañete.
«José Caico es un personaje que nos ha decepcionado al no haber estado a la altura del cargo», comentaron, quienes afirmar que como regidor lo recuerdan más por publicitar los supuestos actos de corrupción en la gestión de la Alcaldesa María Montoya Conde y no denunciar ante las instancias correspondientes para después guardar un encubridor silencio. (Guillermo Pflucker Ojeda)

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